Keiko Fujimori niega haberse reunido con César Hinostroza. (FOTO: USI)
Keiko Fujimori niega haberse reunido con César Hinostroza. (FOTO: USI)

A estas alturas, todo parece indicar que la lideresa de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, reapareció públicamente con dos objetivos: embarrar la imagen del presidente Martín Vizcarra y salvar al fiscal de la Nación. Tras comprobar que su desaprobación se encuentra en 80%, de acuerdo al sondeo de Ipsos, ha intentado dar un golpe a la aprobación que ha sabido ganarse el mandatario, y que encuestas como las de Datum ubican en 49%.

Fujimori salió de su silencio la semana pasada para cuestionar al Gobierno por impulsar las reformas políticas y judiciales vía referéndum. El domingo y ayer pisó más fuerte el acelerador y reveló que tuvo dos reuniones con el jefe de Estado, rompiendo el compromiso de reserva que ella misma había pedido, según el mandatario. Acto seguido, cuestionó al jefe de Estado por haberlas negado. La intención de esta última crítica se pudo entender minutos después en la entrevista que dio a Canal N, cuando expresó su apoyo al cuestionado fiscal de la Nación, Pedro Chávarry, y justificó sus mentiras. “Las mentiras hay que entenderlas en su propio contexto”, dijo. Fujimori buscaba así poner al mismo nivel a Vizcarra y Chávarry. Sus políticos y analistas allegados lo hicieron notar efusivamente en redes sociales.

Sin embargo, no hay que perder de vista que los dos casos son incomparables. Chávarry negó en distintas ocasiones haber pedido el apoyo del juez César Hinostroza, quien por ese entonces ya estaba suspendido de sus funciones y tenía más de una decena de audios que lo comprometían con tráfico de influencias, para acercarse a la prensa. Y solo se atrevió a reconocer que mintió cuando él mismo apareció en los audios. Vizcarra, en cambio, no es protagonista de un audio ni está implicado en la red de corrupción judicial. El presidente manifestó que no dijo la verdad por honrar ese compromiso de reserva. ¿Fue ingenuo? Sí, y debe quedarle como lección que todo encuentro político debe hacerse en Palacio de Gobierno.

Pero Vizcarra supo reaccionar. Reveló que Fujimori pretendía “sujetar la capacidad de acción del Ejecutivo” al condicionar sus decisiones, exigiendo –incluso– que se retire a la ministra de Salud porque apoyaba la ley de octógonos. Por eso no le aceptó una tercera reunión.

El colofón de esta irrupción fujimorista es que el diálogo Ejecutivo-Congreso ha quedado afectado. Fuerza Popular ha sombreado la posibilidad de llegar a un acuerdo sobre las reformas urgentes que el país necesita. Lamentable.