Juan Mendoza Pérez: Shangri-La y las tablas de la SBS

“El sistema previsional necesita una dosis de libertad económica. Nada peor que un mercado consecuencia del ahorro forzoso”.
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Economista

Los habitantes de la utópica Shangri-La alcanzaron el eterno sueño de la humanidad: detener el envejecimiento. De acuerdo con las nuevas tablas de mortalidad de la SBS, la esperanza de vida de los peruanos sería la más alta del mundo. ¿Está el Perú entonces camino a hacer realidad el mito de Shangri-La?

Según las nuevas tablas, las mujeres y hombres afiliados al sistema privado de pensiones vivirán 90 y 87 años en promedio. Si ello fuera cierto, los peruanos serían más longevos que los japoneses, alemanes, franceses, ingleses y norteamericanos. Por ejemplo, la esperanza de vida a los 65 años en el Japón es de 89 años para las mujeres y 84 para los hombres. Sería, en efecto, una maravilla, un verdadero milagro peruano, que la duración de la vida en nuestro país supere a la observada en los países industrializados. Pero un escéptico se preguntaría ¿Cómo es posible la extraordinaria longevidad peruana, habida cuenta que el ingreso per cápita y los recursos destinados al cuidado de la salud en el Perú son notablemente inferiores a los de los países industrializados?

La verdad es que las nuevas tablas de mortalidad arrojan resultados poco plausibles. Es indispensable que la SBS publique, en aras de la transparencia, tanto el estudio como los datos originales sobre los que se han elaborado las estimaciones. Es crucial conocer qué metodología han utilizado para llegar a estas longevidades promedio, considerando que no hay jubilado del sistema privado que supere los 87 años, pues las AFP comenzaron a operar en 1993.

Las nuevas tablas implican que las pensiones de jubilación se reducirán. La razón es que el fondo alcanzado a los 65 años tendrá que dividirse entre más años de vida. La caída en las pensiones sería de 7% a 11%.

Lo que el sistema previsional necesita es una buena dosis de libertad económica. Nada peor que un mercado cautivo, consecuencia del ahorro forzoso. Nada mejor que abrir la competencia para que las AFP y las compañías de seguros se vuelvan eficientes y todos tengamos pensiones más altas. No hay razón, por ejemplo, por la cual al menos una fracción del fondo acumulado a los 65 años sea de libre disponibilidad. Asimismo, el ahorro previsional debería servir como colateral para la adquisición de viviendas y para la educación de los trabajadores.

La libertad económica no es Shangri-La, pero es receta comprobada para que los mercados funcionen adecuadamente y se maximice el bienestar social. Es hora de que la libertad económica llegue al sistema previsional.

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