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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Economista

Grecia y Europa están a punto de divorciarse. Una victoria del no en el referéndum de mañana significaría que la separación es inminente. Y las cosas andan tan mal que incluso un voto por el sí no garantiza la continuidad de la unión. Pero ¿quién es responsable del divorcio griego y cómo nos afecta?

Como en toda relación fallida, ambas partes comparten la culpa. Fue un error, para comenzar, el matrimonio entre Grecia y Europa, pues ninguna estaba realmente comprometida con la otra. Al adoptar la moneda común, Grecia se comprometió a tener cuentas en orden, es decir a no gastar más allá de sus ingresos presentes y futuros. En lugar de eso, se aprovechó de la unión para endeudarse épicamente, y ocultó, tanto como pudo, el tamaño de su dispendio maquillando con descaro sus cifras macroeconómicas.

Al aceptar al país heleno en su seno, Europa se comprometió a socorrerlo en la eventualidad de tiempos difíciles. Pero cuando estos llegaron, luego de la crisis financiera internacional, hizo todo lo posible para no ayudarlo. En efecto, Europa, liderada por Alemania, ha exigido de Grecia una austeridad imposible de cumplir. No tiene sentido económico ni político pedirle más ajustes a un país en el que los ingresos laborales han caído cerca del 50% y donde la mitad de los jóvenes están sin trabajo.

La actitud de Alemania y sus aliados ha sido como la de un padre que pretende castigar a su hijo cuando lo encuentra atropellado en medio de la pista. Incluso si el castigo es merecido, primero hay que salvar la vida del accidentado. No sirve de nada castigar a un moribundo, a menos que uno en verdad lo quiera muerto.

El problema de fondo es que Grecia necesita profundas reformas estructurales que ningún político quiere acometer. ¿Qué país puede ser sostenible si los peluqueros pueden jubilarse antes de los 50 años porque, en teoría, ejercen una ocupación de alto riesgo?

Y no habrá cambios positivos mientras Syriza, el errático partido de izquierda, siga en el poder. En solo seis meses, Syriza ha puesto al borde del colapso a la cuna de la civilización occidental. Esta semana, con el dinero congelado en los bancos y sin tarjetas de crédito, la economía está en cuidados intensivos.

Sea como fuere, la salida de Grecia del euro tendría repercusiones directas en el Perú. La más clara sería un aumento todavía más pronunciado del dólar. Hace unos meses proyecté un tipo de cambio cercano a 3.3 hacia diciembre. Pero, si el divorcio griego es aparatoso, el dólar estará entre 3.4 y 3.5 a fin de año.