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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

El Estado ha abandonado su función primordial de proteger al ciudadano. Vivimos atemorizados entre muros, rejas y alarmas. Regresar sano y salvo a casa es una aventura cotidiana. La tasa de victimización es una de las más altas de América. La seguridad privada se multiplica ante la indolencia del gobierno. ¿Qué hacer?

1. El enfoque debe ser integral. Para disuadir a los delincuentes hay que incrementar, simultáneamente, la probabilidad de ser capturado y sentenciado y la dureza de la reclusión. La acumulación de penas es una excelente idea, pero antes hay que evitar liberaciones escandalosas de delincuentes que echan por tierra el buen trabajo policial.

2. Hay que aumentar los recursos públicos. Chile, que tiene casi la mitad de la población, asigna 4 veces lo que el Perú a las cárceles.

3. Hay que cambiar la estructura del gasto. Como promedio, desde el 2000, apenas 10% del presupuesto del Interior se ha asignado a infraestructura y equipamiento. Por ello, la situación de las comisarias es calamitosa: un tercio no está conectada a la base de requisitorias, la mitad no tiene acceso a Reniec, y 40% no tiene agua, desagüe y luz de forma permanente. Y mejor ni hablar del equipamiento: nuestros policías tienen que pagar de sus bolsillos las balas que disparan.

4. Hay que mejorar sustantivamente las remuneraciones policiales que, a pesar de los aumentos, están a la zaga en la región. Nuestros policías ganan la mitad que sus pares ecuatorianos.

5. Hay que poner más policías en las calles. No es que nos falten policías. Tenemos 22% más efectivos que en el 2012. Chile tiene menos policías, en términos per cápita, que el Perú. El problema es que tan solo un tercio de la fuerza policial realiza labores de patrullaje.

6. Urge tener más y mejores cárceles para reducir la comisión de nuevos delitos. Pero para que las cárceles no sean escuelas del crimen hay que dotar de recursos al INPE. Perú y Chile tienen un número similar de presos por habitante, pero nuestro vecino gasta 8 veces lo que nosotros por interno.

7. Lo más importante es tener liderazgo al más alto nivel para centralizar y coordinar los esfuerzos públicos en la lucha contra la delincuencia. Hoy apenas la mitad de las comisarías coordinan su patrullaje con los serenazgos. ¡Y solo un tercio de las comisarias están conectadas con otras comisarias a través del sistema de denuncias policiales!

Nuestros gobiernos tienen la obligación de protegernos. La inseguridad que nos agobia es la peor política social pues redistribuye recursos en favor de los delincuentes.