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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Ayer le tocó de nuevo al norte; Piura y Trujillo reciben los embates de El Niño, y la destrucción de infraestructura y las pérdidas de vidas siguen acumulándose. Para esta semana se esperan nuevas lluvias en Lima, capital y residencia de casi 10 millones de peruanos. Las cosas siguen poniéndose feas, y la pregunta es cuándo acabará este fenómeno climático y cuál será el balance final post-Niño.

A sabiendas de que la ciudadanía se encuentra ávida de buenas noticias, nuestra labor nos obliga también a señalar problemas, identificar riesgos y crisis potenciales. La primera, más clara, es en el ámbito humano: los niños y jóvenes habrán perdido varias semanas de clases, unos por prevención, pero otros por la destrucción de sus colegios y aulas. Estos últimos son, además, aquellos que habitan en zonas de bajos recursos, y la pérdida de clases será mayor, con lo cual el daño es inmenso (son, justamente, quienes requieren mayor apoyo y soporte académico). También estará, pronto, el ámbito sanitario: estas inundaciones vienen usualmente acompañadas de plagas y enfermedades; de hecho, ya estamos identificando las primeras muertes por dichas causas.

Luego está la parte económica: los puestos de trabajo, horas perdidas, negocios pequeños y grandes, y toda la infraestructura destrozada, lo que implica producción perdida y dinero destinado a obras que, hasta hace pocas semanas, funcionaban (es una tremenda falacia aquella de "la reconstrucción ayuda a recuperar PBI; será en el dato, pero es una pérdida de recursos que, de no haberse presentado, pudieron destinarse a mejoras en productividad).

Dicho todo esto, las grandes empresas deberán ajustar sus cálculos de crecimiento anual. Sabemos que la deuda privada corporativa es muy grande, se creó en épocas en las que el PBI crecía a tasas exorbitantes del 8%; hoy, con una tasa de 3% o menos, dicha deuda se verá en serias dificultades, más aún cuando se podría crear una quiebra de la cadena de pagos en la costa peruana. Es momento de actuar con mucha calma y, sobre todo, prevenir riesgos.