Juan José Garrido: Keiko 2021

A estas alturas, todo apunta a que Keiko Fujimori ha perdido la presidencia en el 2016. Sería, así, la segunda derrota consecutiva. Bajo otras circunstancias, uno tendería a creer que dos pérdidas consecutivas son suficientes y que hasta allí llegan las aventuras políticas de Keiko Fujimori.

¿Por qué es importante pensar en el futuro político de ella? Porque mucho de lo que pasará, en el corto y mediano plazo, depende de dicha decisión: si seguirá o no a la cabeza del fujimorismo, y más aún si dicha participación se alinea con la campaña en el 2021.

Existen muchas razones para tirar la toalla. No debe ser fácil asumir este tipo de derrotas, menos dos veces consecutivas, y menos aún contra el mismo contrincante: la coalición antifujimorista (sin quitarle méritos a P. P. Kuczynski u O. Humala). La coalición es poderosa: tiene nombres, recursos, medios, es transversal social y políticamente, saben hacer campañas, utilizar las redes, hacer psicosociales, en fin.

Pero existen muchas razones para pensar que Keiko Fujimori seguirá en esto. En primer lugar, es aún muy joven para tirar la toalla. En segundo lugar, tiene 73 congresistas y lidera la principal fuerza política nacional. Pero, en tercer lugar, porque es política (y, ya sabemos, se trata de llegar al poder y cómo mantenerse en él).

Tal vez Keiko Fujimori no estaba preparada para gobernar en el 2011, tal vez tampoco en el 2016. La falta de reflejos (y, sobre todo, de tolerancia cero con las denuncias) sería una prueba de ello. Este quinquenio y, sobre todo, esta derrota deberían obligarla a ver –con mayor claridad– esos espacios de mejora (que los hay, muchos y vastos).

Si Keiko Fujimori desea ser candidata en el 2021, tiene que hacer varios ajustes, no solo en la forma, sino –y sobre todo– en el fondo. Dejar grietas de duda (o, peor aún, blindar a personajes cuestionados) facilitará el antivoto futuro. Desde hoy debe pensar y trabajar en ello, pensando en 4 ejes: programa, personas, plata y partido.