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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Exageradas, por decir lo menos, las reacciones del gobierno ante la solicitud de distintos sectores de abortar la producción de los Juegos Panamericanos. Las destempladas quejas del congresista Sheput, por ejemplo, ante una opinión del presidente de Confiep, Roque Benavides, son sinónimo de intolerancia, cansancio y falta de ideas.

A ver, que la cosa no es tan difícil. Por supuesto que un país de ingresos medios como Perú se puede dar el lujo de recibir una actividad internacional de este tipo sin que ello signifique una ruptura de la caja fiscal o algo parecido. Son, a fin de cuentas, US$1,200 millones (a lo largo de casi 3 años) de gasto e inversión, sobre un presupuesto anual de US$43,000 millones (2017), léase 0,9 del presupuesto. Incluso si se multiplica por dos el presupuesto, sigue siendo algo manejable.

Pero ojo, siempre seguirá siendo un "lujo", un gasto que para millones de peruanos no es necesario o urgente. Menos aún cuando se encuentra la costa inundada, la economía semiparada, la ciudadanía asqueada con las corruptelas y harta de la inseguridad. En otras palabras, cuando hay cosas más urgentes e importantes.

Que desde distintos frentes (políticos, sociales y, por qué no, empresariales) se escuchen voces planteando un cambio de rumbo, pues no merecen una respuesta iracunda, una que demuestra más debilidad que fortaleza, sino respuestas. Las ideas se rebaten con ideas, no con acusaciones, irrespeto e intolerancia.

Si el gobierno no encuentra un problema entre hacer las dos cosas a la vez (los Panamericanos y la emergencia ante el diluvio que soportamos), que ponga en cuenta los riesgos. Si todo sale bien, pues como se dice, bacán. Pero si las inundaciones no son atendidas de manera pronta y correcta, los Juegos Panamericanos (por chico que sea su presupuesto) serán identificados como uno de los problemas.

Ahora, para el que quiera entender: ¿cuáles son las probabilidades de que "algo" salga mal? No son bajas, estimo. No es un problema, entonces, de recursos sino de prioridades y riesgos políticos.