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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Es muy probable, como sostuvo ayer Fernando Rospigliosi en El Comercio, que el proyecto minero Tía María tenga las horas contadas. Cualquiera pensaría que, con ello, todos perdemos: los arequipeños perderán canon, regalías, mayor consumo e inversión y puestos de trabajo, así como el resto de peruanos perderán impuestos (mayor inversión y gasto público), puestos de trabajo y tecnologías de punta.

Pero en estos conflictos no todos pierden. Hace unos años, el economista Paul Collier escribió un trabajo titulado "Ganando algo de una guerra" ("Doing well out of war"). En él, Collier sostiene que en la mayoría de guerras civiles existen agendas económicas y políticas; esto es, que la verdadera razón detrás de las mismas no son los agravios históricos sino intereses económicos. Y, claro, cuando esto es así, hay un grupo de personajes que se benefician no solo de la crisis, sino que prolongarla juega a su favor. Suena familiar, ¿no?

Los grupos que han aprendido a sacar ventajas de estas situaciones siguen patrones de comportamiento muy parecidos: consiguen financiamiento externo, utilizan una narrativa básica pero reivindicativa, agitan y utilizan a grupos violentos, y –claro– sacan mayor ventaja cuando las instituciones no funcionan. ¿Suena más cercano todavía?

Las crisis que logran superar una valla de violencia (varios heridos y muertos) tienden a generar las mayores oportunidades: abren nuevos espacios para que los personajes apelen a organismos internacionales y partidos políticos afines, los rebeldes se apropian de la llave para que se extraigan los recursos (y suelen negociar esa llave), los criminales aprovechan la zozobra para robar y extorsionar, y así, quienes no tienen pudor y vergüenza encuentran espacios para ganarse alguito. Y, casi siempre, son más que simples lentejas.

Hace rato que esta tecnología llegó al Perú. Lo de Tambogrande, Conga y Tía María no es casualidad; los personajes, las ONG y los procedimientos son los mismos. Y claro, como el Estado no sabe ni dónde está parado en este juego, el resultado es el mismo. Pobre Perú, entre sinvergüenzas e incapaces.

Juan José Garrido director@peru21.com