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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Siguen algunos medios, colegas y analistas buscando utilizar el caso Odebrecht como una palanca para hacer política en lugar de una de moralización. Es una lástima; significa, entre otras cosas, que el proceso estará guiado por los ánimos de revancha, de protagonismo, de populismo, lejos de aprovecharlo como un ejercicio de introspección general, de limpieza y –en el mejor de los mundos– de reforma institucional a fin de minimizar otro caso en un futuro cercano.

La corrupción, ya sabemos, es un cáncer que se nutre –como muy bien señala Alfonso Quiroz en Historia de la corrupción en el Perú– de la ausencia, distorsión y/o inestabilidad de las reglas establecidas. En nuestro caso, el problema es sistémico: todo el ecosistema institucional relacionado a la corrupción favorece la práctica, razón por la cual la reforma debe ser profunda, extensa y continua.

Los noventa pudieron servir, a la caída del fujimorato, como ejercicio de reforma. El Perú contaba, en aquel momento, con todo a su favor para hacerlas: una ciudadanía chocada, presta a apoyar cualquier movimiento anticorrupción; partidos renovados y con cuadros, recursos locales e internacionales, en fin… era, sin duda, el momento perfecto para hacerlas. Primó, como ya sabemos, la revancha política, y con ello nos quedamos esperando "lo que pudo ser". Hoy, lamentablemente, vivimos los costos de no hacer las reformas a tiempo.

¿Qué necesitamos para hacer las reformas institucionales hoy? Para empezar, la ciudadanía está igualmente chocada, y de seguro apoyaría cualquier iniciativa de este tipo. Se requeriría un claro liderazgo político, por supuesto; el presidente Kuczynski no puede desaprovechar esta oportunidad histórica.

Recursos para estas reformas sobran (ni son altos costos, ni es difícil conseguirlos en organismos internacionales). Qué hacer se sabe, y de sobra: se han diagnosticado los problemas y producido toneladas de material sobre el tema.

No podemos perder la oportunidad. Se han alineado los astros para hacer las reformas, aquellas que nos permitan crecer de manera estructurada, a sabiendas de que el esfuerzo ciudadano no se pierde en corruptelas. Esperamos la señal clara y contundente del gobierno.