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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

El caso Odebrecht será, como suelen ser estos megaescándalos, un agujero negro que se tragará estrellas, luz y cuanto fenómeno (bueno o malo) se presente. De hecho, ya está ocurriendo. El foco se ha centrado en esta empresa (existiendo al menos otras 4 firmas constructoras brasileñas involucradas en el caso, y que operaban muchas de ellas exitosamente en Perú), desvirtúa cualquier acción de política pública del gobierno (buena o mala), ha incrementado la polarización social y política, así como puesto en cuestionamiento a medios, periodistas, abogados y una larga lista de "adeptos" a las causas de las constructoras, y así.

Para muchos analistas, el caso puede –en un escenario extremo– traerse abajo el sistema político y, con ello, la democracia en su conjunto. Va a tumbarse, de refilón, las esperanzas del gobierno y de los empresarios de crecer al 4%, ya que solo la caída del Gasoducto del Sur significa cerca de 0.5% del PBI.

Por supuesto, el daño moral que significaría mirar al costado por causas económicas sería desastroso. Dicho esto, la democracia no tendría por qué sufrir si el sistema jurídico funciona como debe; léase, de manera prudente pero efectiva, transparente, con sentido de urgencia, logrando resultados concretos y bien sustentados, sin afán político o de otro orden. Si la justicia (Fiscalía, Procuraduría, jueces, Congreso y otros que verán, de una u otra manera, parte del caso) se maneja de manera correcta, la democracia no saldrá perjudicada sino todo lo contrario: fortalecida.

El gobierno ha dado muestras mixtas para muchos, pero en el caso específico del gasoducto terminó tocando la partitura correcta. Pero esa es una parte del caso, y de uno que, aunque singular, no suma más que el resto de las partes. La Fiscalía llegó a un acuerdo con la empresa y ya cayeron un par de pesos ligeros, pero aún quedan –por confesión de parte– otros más grandes libres y, sobre todo, seguimos a la espera de conocer el acuerdo. Nuestra democracia necesita fortalecerse; para ello requiere pruebas, no esconder la cabeza como el avestruz.