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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Uno de los principales temas de debate durante las últimas semanas es si se debería o no considerar la reducción de un punto en el impuesto general a las ventas (IGV). En principio, siempre deberíamos estar a favor de una reducción de impuestos; no obstante, dicha decisión debe estar contemplada en una mirada panorámica de la situación y los objetivos de mediano y largo plazo.

Para el gobierno, dicho punto se trasladaría a las clases medias y bajas en forma de mayor capacidad de consumo, sirviendo así al plan de reactivación. La potencial caída de la recaudación sería compensada con el incremento del impuesto a la renta, ya que la propuesta va acompañada de un retorno al sistema anterior.

Para la mayoría de analistas, dicho punto no influirá en la reactivación, ya que un punto en la estructura general de impuestos y costos regulatorios no significará mayor incentivo a la inversión o al consumo privado (estos últimos pagarían deudas antes que consumir, en dicha visión). Más aun, dicha reducción pareciera una irresponsabilidad en un momento de déficit fiscal (3.3%, por encima de la meta fiscal).

Desde mi punto de vista, la discusión no se agota (o no se debería agotar) en solo estos puntos. También se debería considerar la calidad del gasto y la inmensa corrupción que, a la vista y paciencia de todos, significan impuestos tirados al mar.

Desde quienes creen que más Estado significa mayor provisión de bienes y servicios públicos, esta es un área gris o negra (o peor aun, inexistente). Sin embargo, si los impuestos (actuales y futuros, si consideramos deuda) no sirven para proveer bienes y servicios públicos de calidad (recalco, de calidad), que permitan mejoras en la productividad (o sea, que cumplan un objetivo que permita repagar dicha inversión), pues entonces habría que mirar bien nuestra estructura tributaria.

El gasto militar, por ejemplo, durante este quinquenio: ¿no debería haber servido a mejores fines? ¿Necesitamos más aviones y tanques antes que más colegios y postas? ¿Y cuántas otras universidades e institutos técnicos se perdieron en "comisiones"?