Juan José Garrido: Crimen y castigo

“No es exagerado pensar que se trata de un atentado. Hace dos años, recordemos, fue asesinado el fiscal argentino Alberto Nisman…”.
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La caída de la aeronave que transportaba en Brasil al juez Teori Zavascki, más que un accidente, tiene todos los visos de ser un atentado. Si la hipótesis es cierta o no, lo sabremos en muchos meses (o años). En el ínterin, y por la memoria del juez, los brasileños y las instituciones locales e internacionales deberían trabajar con dicha hipótesis en mente.

Motivos sobran: Zavascki no solo era el instructor de la operación Petrobras, sino además el receptor de múltiples confesiones de los ejecutivos de la empresa Odebrecht, testimonios claves que esclarecían parte importante del caso y que ponían, como es obvio, a distintas personalidades políticas y empresariales bajo el escrutinio público y, eventualmente, la cárcel.

No es exagerado pensar que se trata de un atentado. Hace dos años, recordemos, fue asesinado el fiscal argentino Alberto Nisman, quien investigaba el atentado que sufriera la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en 1994.

Nisman se encontraba, en el momento del asesinato, ad portas de incluir a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner como parte del proceso (habría encubierto, según las investigaciones del fiscal, a los iraníes acusados del atentado).

Al igual que Nisman, Zavascki estaba por abrir una compuerta de lodo cuyas consecuencias finales son inimaginables. Y esto último es el motivo fundamental por el cual debemos sospechar de un atentado: todo lo que estaba por empezar a ocurrir en pocos días será retrasado, sabe quién hasta cuándo y en qué medida. Quienes quieran retomar la investigación tendrán, además, el recuerdo presente de qué sucede con quienes desean llevar este caso hasta las últimas consecuencias.

¿Qué hacer? Ante el temor, la indignación, y en memoria de Zavascki, se debe actuar con mayor energía y sentido de urgencia. Ojalá caigan todos aquellos que estaban en la línea de investigación fiscal, y que paguen todos los que participaron –de una u otra forma– de este crimen. Al nivel local, nuestros fiscales deben tomar nota de este hecho, casi a modo de advertencia.

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