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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Hace pocos días, durante la ceremonia de premiación al valiente agente policial Lorenzo Machaca, el presidente Pedro P. Kuczynski sostuvo que las mejores universidades del Perú son las estatales.

Al revisar la data, el ránking de las mejores universidades peruanas publicado por la revista América Economía, la realidad es distinta: de las diez principales universidades, las primeras tres son privadas (PUCP-Católica, Cayetano Heredia y U. del Pacífico), y entre las diez, siete son privadas. La primera estatal, San Marcos, ocupa el cuarto lugar.

Dicho esto, no es el interés de esta columna corregir o criticar lo dicho por el mandatario. Estamos seguros de que, más allá de la exactitud de una u otra línea, la intención era motivar la afluencia de estudiantes a las universidades estatales. El problema, creo, es otro: la calidad de la enseñanza peruana, a distintos niveles (de preescolar a universitaria) y de distintos orígenes (pública, privada u otra), es una tragedia.

La educación, ya sabemos, no solo incrementa las oportunidades económicas de los diferentes individuos, sino que –sobre todo– convierte a estos en ciudadanos: promueve valores, advierte riesgos, concientiza sobre derechos y responsabilidades; en fin, nos permite crecer en todo sentido y, además, en mayor armonía y cohesión social.

Lamentablemente, nuestra educación es de mala calidad y –peor aún– no constituye el mayor obstáculo para el crecimiento económico en el corto plazo.

Si no, vean los factores más problemáticos para hacer negocios del ránking del Foro Económico Mundial: la fuerza laboral inadecuadamente educada es la novena razón (burocracia ineficiente, regulaciones laborales y corrupción son las tres primeras). En otras palabras, debemos mejorar nuestra educación por las futuras generaciones, pero para ello tenemos que empezar hoy, y en esa revolución hay que apalancar lo mejor de ambos sistemas, público y privado.

La anterior administración tuvo como eje central mejorar la educación pública, y no tuvo mejor idea que torpedear la educación privada, de carambola. No cometamos el mismo error. Centrémonos en mejorar la calidad del sistema en general (puesto 127 sobre 138). Eso es lo importante.