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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

La popularidad del presidente Pedro P. Kuczynski cae, de acuerdo a la encuesta de Datum publicada hoy en Perú21, por quinto mes consecutivo: de aquel 65% que ostentaba en setiembre de 2016, hoy su popularidad se encuentra en 41% (cae 4 puntos en el último mes), en una tendencia claramente negativa. Su desaprobación crece simultáneamente y a una velocidad aterradora; mientras la aprobación cayó 24 puntos, la desaprobación pasó del 14% al 53% (¡casi 40 puntos en 6 meses!).

A estas alturas, que el mandatario trabaje en mejorar su popularidad ya no es importante o imperativo, sino vital. A la caída en popularidad debemos sumar otro factor menos discutido, pero no menos importante, y me refiero a la creciente confrontación entre ppkausas y fujimoristas (también medida en nuestras encuestas): para el 76% de la ciudadanía, las relaciones son de mayor o absoluta confrontación.

La convergencia de estos dos factores (caída en la popularidad y mayor confrontación entre ppkausas y fujimoristas) nos acerca a los peores escenarios imaginables. Esto es, claro, si la tendencia continúa. La pregunta es si están dadas algunas condiciones o hay algún hecho que nos lleve a suponer que alguno de estos dos factores puede cambiar en el corto plazo. La respuesta es negativa; por el contrario, el horizonte es uno que casi invita a una mayor erosión de la popularidad presidencial así como a un deterioro en las relaciones entre estas dos fuerzas políticas. Y ello sin imaginar las ramificaciones de una crisis ética, social o política de magnitud.

Si nuestra democracia fuese estable o institucionalmente sofisticada, o si nuestra ciudadanía entendiese a cabalidad lo que está en juego, pues los riesgos serían limitados. Como ya sabemos, y por lamentable que sea, no es así, con lo cual nuestra democracia no cuenta con los resortes adecuados para lidiar con una situación crítica.

La única persona capaz de actuar en este momento, a fin de evitar los riesgos a la vista, es el presidente Kuczynski. Ojalá el gobierno entienda la gravedad de los escenarios que se avecinan.