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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

El congresista oficialista Guido Lombardi sostuvo hace un par de días en los pasillos del Legislativo: "Habrá que confrontar a los abusadores que son mayoría en el Congreso. (…) Puede caer el gabinete entero y nombraremos a un gabinete en el que esté incluido Thorne en algún ministerio o en el premierato para que los censuren de nuevo, a ver si estos ganapanes se atreven a perder su quincena".

Cierto, suena un poco inconsecuente que un congresista, en el recinto parlamentario, plantee la forma de cerrar este poder del Estado, pero lo importante es la lógica detrás: a lo que ellos consideran una bravata, pues hay que responder con otra, y si hay que cerrar el Congreso, pues que se cierre.

¿Sería legal? Siendo constitucional, sí. ¿Sería democrático? Por supuesto que no. ¿Sería plausible? Lo dudo; una cosa es que la Constitución lo permita, otra muy distinta es que el presidente Kuczynski esté dispuesto a hacerlo (esto no se trata de quién es más valiente o decidido, sino de principios y valores democráticos). ¿Sería aceptado por la población? No. ¿Sería lo mejor para el país? Otra vez, no.

¿Por qué proponen, entonces, esta descabellada idea? Porque no tienen otra, porque detestan la idea de un fujimorismo con tanto poder, porque (peor aún) no saben cómo lidiar con dicha fuerza.

La oposición al gobierno ppkausa es más izquierdista que fujimorista: Frente Amplio, de lejos, es el partido político que mayor encono tiene hacia el gobierno (a saber por sus votos en el Legislativo), luego estaría Acción Popular, y después el fujimorismo y el aprismo. No sostengo, con esto, que exista un lecho de rosas; como bien dijo el mandatario, no es una canción de amor, pero funciona.

El gobierno necesita encontrar una manera de lidiar con el fujimorismo, y para ello requiere de una estrategia, de operadores que sepan hacer política, y de mucha audacia y cariño hacia el país. Sin estas tres cosas, seguirán sufriendo y proponiendo disparates como este.