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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

El fiscal de la Nación, Pablo Sánchez, dándole voz a dicha institución, ha sostenido que no aceptará ningún tipo de presión política sobre el caso de corrupción Odebrecht. Desde el punto de vista formal, jurídico, se entiende: cualquier tipo de manipulación inadecuada de la información será utilizada por la defensa de la firma como una ruptura de ciertos principios legales, poniendo el caso en riesgo.

No obstante, entre no aceptar presión política (y social, mediática u otra) y permitirle a la empresa poner las condiciones de una negociación, pues hay un amplio espacio que se puede prestar para sospechas. Y este, creo, no es un momento para que la Fiscalía ponga su legitimidad en duda. No estamos asumiendo una mano blanda por parte de esta institución, pero la falta de acciones más duras incrementa las dudas de la ciudadanía. Ojalá tengan esto muy presente.

En el Ejecutivo se siente algo parecido: tanto el presidente Kuczynski como el premier Zavala han ido graduando sus intervenciones respecto al caso en cuestión. De una primera etapa en la cual a la empresa había que darle el beneficio de la duda, al momento actual en que vemos a un Ejecutivo más activo (anular el cobro del sobrecargo en los costos de energía eléctrica, por ejemplo).

Sin embargo, el escepticismo generalizado obliga a una mayor acción del gobierno: para empezar, podrían ir auditando los proyectos que pasaron por los ministerios encargados (Energía y Minas, Transportes y Comunicaciones, MEF, entre otros)… encontrarán ahí harto material para cortar muchos beneficios que, hoy, sigue percibiendo Odebrecht. Por ejemplo, el MEF: las corruptelas que habrían realizado con el operador Martín Belaunde pasaron por aquel ministerio. De hecho, Perú21 en su momento puso las luces sobre un operador de Palacio en el Congreso que articulaba con aquel ministerio, pero nunca se pudo acceder a la información.

Este es un caso emblemático; y por el tamaño, los montos y los implicados, será imposible taparlo o minimizarlo. Si alguien cree que los peruanos, con el tiempo, se irán distrayendo con otras cosas, se equivoca. La ciudadanía está alerta, y nosotros con ella.