Juan José Garrido: ¿Se acabó la fiesta?

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Los últimos años, en particular entre el 2003 y el 2013, el mundo vivió una fiesta económica casi sin precedentes. Llámenlo un mega-boom, si quieren, pero lo cierto es que el mismo benefició a miles de millones de personas, en especial a los más necesitados. El caso del Perú es un ejemplo: redujimos la pobreza a menos de la mitad y estamos camino a eliminar la pobreza extrema. ¿Cuáles fueron las causas de ello? Para entenderlo, sería bueno revisar la historia de los últimos treinta años.

Entre 1985 y el 2015 la producción global se ha multiplicado casi cuatro veces: pasamos de un PBI global de $22 billones (trillones en EE.UU.) a casi $80 billones. Este crecimiento geométrico de la producción se basa en parte a la incorporación de millones de personas a la economía capitalista global. La población global pasó de 4,800 millones de habitantes a los 7,300 millones actuales (un crecimiento de 52%); pero lo importante es que, en el ínterin, se sumaron 1,300 millones a la clase media mundial (pasamos de 1,000 millones de clasemedieros en 1985 a los 2,300 millones actuales). Sin que exista un epicentro, aquellos se sumaron fundamentalmente en Asia (China e India, principalmente), Europa oriental y Latinoamérica (Brasil y México, en especial).Ese millardo de nuevos consumidores surgieron de las reformas y la integración comercial posterior a la caída del muro de Berlín. Esos ansiosos consumidores trajeron consigo una inmensa demanda por bienes y servicios (casas, autos, televisores, celulares, computadoras, servicios financieros, educativos y de salud, entre otros), así como se convirtieron –muchos de ellos– en proveedores y empresarios. Encima, el desarrollo de la web permitió a algunos pasar en pocos años a la opulencia, generando con ello mayor demanda por puestos de trabajo y todo lo que ello arrastra.

Esta demanda se tradujo, por supuesto, en un fuerte incremento de los requerimientos por metales (cobre y oro, entre otros) y otras materias primas, lo que explica el aumento sostenido en los precios de los mismos en la última década. Para algunos, el ingreso de ese millardo fue un evento único, que una vez internalizado se acabó. De ahí que la actual desaceleración sea vista como un "retorno a la media".

Creo, humildemente, que esa conclusión es errada, y por una sencilla razón: la historia de los últimos 30 años no ha llegado a su fin. Durante los próximos quince años (ya no treinta) se integrarán otros 2,500 millones de personas a la economía capitalista global; para el 2030, la clase media global será de casi 5,000 millones de personas (sobre una población total cercana a los 9,000 millones). Serán nuevos consumidores y empresarios que emergerán de las zonas rurales de China e India (donde quedan todavía millones de pobres), y también del África. ¿Recuerdan ese continente perdido, verdad?

Esta será, de paso, la gran historia de los próximos 15 años: la (casi) eliminación de la pobreza global. Pero detrás de esa gran historia pasará un poco desapercibida otra: la enorme demanda que esas miles de millones de personas generarán en los mercados globales (piensen, entonces, en la demanda de cobre, oro, y otros commodities).

Encima, durante estos quince años ocurrirá otra revolución en paralelo (de la que mucho ya se ha hablado): la tecnológica. Mientras acá discutimos sobre los bolsos de la Sra. Heredia, afuera ocurre una revolución que, para muchos, no tiene precedentes, ya que en verdad es la simbiosis de muchas revoluciones simultáneas. No son, ojo, solo cambios tecnológicos; es cierto que muchas de estas se basarán en tecnologías disruptivas, pero son revoluciones porque van más allá: cambiarán la forma como nos comunicamos, organizamos, socializamos y gobernamos.

En tan solo quince años la expectativa de vida será cercana a los 120 años. Esto no es, como imaginarán, tan solo un producto de las mejoras tecnológicas en el sector salud; se producirá debido a cambios en nuestros hábitos, cambios que aún no prevemos ni esperamos.¿Estamos, los peruanos, preparados para asumir ese reto? Por supuesto que no. ¿Estamos, por lo menos, trabajando en dicho escenario? Creo que no. Ello, por cierto, no es culpa de este gobierno. Poco o nada se hizo en el gobierno pasado… y en el pasado. El 2030 está a la vuelta de la esquina; quince años se pasan en tres gobiernos. Basta con que el próximo sea más de lo mismo y ya perdimos uno de ellos. Empecemos a pensar, seriamente, en eso.

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