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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

La esperanza continental está puesta en que Macri gane las elecciones de hoy en la Argentina y desaloje al kirchnerismo que ha saqueado y empobrecido el país. No es fácil sacar a un integrante del socialismo del siglo XXI. Fidel Castro ordenó en 1992, "nunca más perderemos una elección" y por eso, sus integrantes apenas suben al gobierno arman la tecnología política para controlar elecciones: tribunal electoral, utilización de fondos públicos, abuso de la prensa y medios del gobierno, manipulación de movimientos sociales financiados y la múltiple carnetización para sus bases, llamada por el difunto Chávez "carnetización express".

En la primera vuelta electoral, Scioli obtuvo el 37.08% mientras que Macri el 34.15%. El ex peronista Sergio Massa sacó 21% de votos y es quien decidirá el balotaje. Para un hombre de poder como Massa, esta es una oportunidad más que una derrota.

Massa fue la derecha de la UCD de Alzogaray, una facción de la democracia cristiana que migró al gobierno peronista de Menem en los 90. Desde entonces, con radar de gato, cayó parado como viceministro del Interior, presidente de ANSE (la seguridad social), diputado, intendente del Tigre y jefe de gabinete de Cristina Kirchner en el 2008. Hacia el 2010 rompió con el kirchnerismo para armar su proyecto político que ha tenido algunos éxitos. Hace poco dijo públicamente que no apoyará a Scioli pero también le ha coqueteado, y varios de sus conmilitones, como el entrerriano Adrián Fuertes, apoyan abiertamente a Scioli. Los analistas distribuyen sus votos con cierta equidad estadística pero, ¿hacia dónde ha ordenado él que vayan sus votos? Massa, democristiano y con carrera en el peronismo del siglo XXI, sin duda fuma bajo el agua, saca conejos de la manga y tractores del sombrero. Ojalá haya decidido regresar del peronismo hacia la libertad y beneficie a Macri, que no es Churchill, pero si gana marcará un mejor camino para la Argentina y toda América Latina.