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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

¿Un misil norteamericano, aquí en el aeropuerto de La Habana? —le pregunta Raúl Castro a su secretario asistente.

—Y dentro de una caja tecnológica de colores magnéticos, tú sabes—asegura el funcionario.

—Ven acá —el viejo jerarca encorva la espalda—, ¿y quién dice que es un misil, no será una lavadora para algún hotel Meliá?

El secretario levanta los hombros, hace gestos con las manos y finalmente se intimida:

—Informo lo que el aduanero me informa, comandante, faro revolucionario. Efectivamente, un vuelo de Air France llevó un misil Hellfire de alta (y secreta) tecnología hasta La Habana. El aparato había sido enviado por EE.UU. a realizar prácticas en la OTAN. Al regresar de Alemania, se traspapeló o le pusieron un sticker equivocado y terminó en Cuba. No faltó el espía cubano avivado que reclamó suyo el desvío para ganar avemarías con Inteligencia del Estado.

A los pocos días, y por un fee, Raúl Castro les permitió, primero a los chinos, luego a los rusos y finalmente a los norcoreanos, destriparle al aparato todos los chips de sus entrañas. Apenas los gringos se percataron (el 2014), no han dejado de solicitar a sotto voce su devolución, pues no era un hecho público. Pero hay dos cosas que los Castro nunca han hecho: devolver un regalo ni pagar una deuda. Seguro alegaron que el aparato estaba en cuarentena pues lleva un virus destinado a acabar con la revolución. Recientemente Francia, en el Club de París, condonó la deuda cubana y pronto Obama visitará Cuba. ¿Alguna relación con el misil?, ¿hubo error de Air France?, ¿hay espionaje?

Comenzando el 2016, el Wall Street Journal descubrió este entuerto y corroboró los hechos. El misil no ha vuelto, pastando lo dejé, cualquier información yo la voy a pagar…