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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Hace poco, Panos Kammenos, el ministro griego de Defensa, amenazó con "inundar Europa de migrantes" si esta no encontraba solución a la deuda de su país. Que un ministro de Defensa amenace invadir no con tropa regular sino con migrantes, refleja exactamente esta modalidad ofensiva. No es nueva. La Cuba de Castro, desde hace cuarenta años, la utiliza para hostigar a Estados Unidos, pero recientemente se ha extendido como instrumento de uso regular. La franquicia libia de Daesh —del Estado Islámico—, la misma que filmó la decapitación que realizó a un grupo de egipcios hace poco, está removiendo pueblos enteros en este país norafricano, presionándolos a la migración hacia Europa, fundamentalmente a Italia. Los cuerpos humanos como masa pasiva de ataque. Boko Haram hace similares operaciones.

También está la migración por desidia. Es el caso de Haití, donde organismos internacionales y ONG volcaron recursos inimaginables para no resolver nada y, más bien, ocasionar que República Dominicana, un país tercermundista, se haga cargo de la migración haitiana sin poder solucionarla y, a la vez, perfore su frágil estabilidad social. De un desastre humano están incitando a dos.

La migración y demás movilizaciones sociales son fenómenos bicéfalos, donde indudablemente una cabeza es justa pero la otra es una instrumentalización perversa. ¿Cómo ser ecuánime? Para empezar, debemos sacudirnos la culpa como medida de la razón y debemos reencontrarnos con la solidaridad, pero junto con la responsabilidad inflexible de preservar lo que está mejor. Las vacuas estadísticas y los comeflores son precisamente el camino a mayores injusticias.