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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Ben Carson es un médico afroamericano retirado que está segundo en la carrera por la nominación republicana, detrás de Donald Trump. Si este comenzó atacando a los migrantes mexicanos y su candidatura subió como champán agitado, el afroamericano dijo que un islámico no debería ser presidente de Estados Unidos, y también se ha posicionado bien. Hay una respuesta favorable del público conservador norteamericano a estos temas.

La prensa y las organizaciones islámicas (la mayoría de afroamericanos, como él) se enojaron. Sus críticos más estructurados apelaron a la Constitución norteamericana que promulga un país laico y no prohíbe ninguna fe a los funcionarios públicos. Carson respondió: "Si un candidato islámico es elegido presidente de Estados Unidos y jura a la Constitución norteamericana por encima de la ley Sharia, yo no tendría problema en aceptarlo". Este condicional es enorme porque el islam no es como otras religiones. Los cristianos, en nuestra egolatría universalista, creemos que nuestra historia es también la de los demás. No es así. Los musulmanes no separaron el Estado de la Iglesia, como sucedió con el catolicismo desde el siglo XV, y por tanto no existe en ellos la separación entre ley y religión. La ley Sharia está por encima de cualquier ley y, en varios países, es la Constitución misma. Por esto, el islam es una fe política y no solo una religión.

Todo Estado musulmán actual es confesional, no laico, y en su mayoría no admiten la libertad de culto. Carson es médico y parece alelado pero no se traga los contrabandos ideológicos que por ignorancia o culpa una intelectualidad atrasada quiere vender.