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Redacción PERÚ21

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Carlos Meléndez,Persiana AmericanaEl último proyecto de renovación generacional político e ideológico fue el movimiento Libertad, hace 27 años. Aquella propuesta libertaria y neoliberal surgió en un contexto donde el aprismo hundía más al país y la izquierda se dividía. Aunque no triunfó electoralmente, sus ideas se convirtieron –mal que bien– en sentido común.

Su fracaso político fue estrepitoso y explica nuestra versión criolla del neoliberalismo. Los padres ideológicos de las reformas de ajuste, al perder en las urnas, abandonaron cualquier responsabilidad política sobre las consecuencias de las políticas de mercado. La ausencia de rendición de cuentas (y su ejecución bajo un sello autoritario) derivó en una versión economicista del sueño liberal que aún sus herederos creen correcta.

Por eso las nuevas generaciones de derecha en el Perú están atrapadas en la defensa de un modelo tergiversado por las circunstancias de su aplicación: el dominio del mercado más allá de los derechos ciudadanos elementales y de la protección básica que debe ejercer el Estado. Más que un remake de los 'jóvenes turcos', conforman un cohorte terco y hasta contumaz.

En los 'jóvenes tercos' no hay un ápice de crítica sobre las perversiones de su esquema. Obvian el elefante en la sala, que es la informalidad, con tal de no despertar la desconfianza empresarial. En su discurso, tornan a un 'emergente' pluri-subempleado (que nunca emergió) en un 'emprendedor' y/o 'capitalista popular'. Exigen un Estado menos interventor, aunque nuestra debilidad estatal no es ideológica, sino histórica. Cualquier iniciativa gubernamental es velasquista y las alianzas público-privadas son su única concesión casi socialistoide. Las 'obras por impuestos' –su último hit– son su 'responsabilidad social'.

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