[Opinión] Richard Arce: La agenda pendiente del Congreso. (Foto: Jorge Cerdán / @photo.gec)
[Opinión] Richard Arce: La agenda pendiente del Congreso. (Foto: Jorge Cerdán / @photo.gec)

La elección de José Williams Zapata como nuevo presidente del Congreso genera una oportunidad para que el Congreso empiece a trabajar en una agenda parlamentaria coherente y acorde a las necesidades del país. Solo para la reflexión, esta elección de Williams nos ha mostrado una vez más el supuesto talante democrático de las bancadas, donde priman las ambiciones personales y de grupo en desmedro de los intereses del país.

En realidad no es novedad, ya lo vimos en julio cuando se eligió a Camones, donde la mezquindad y sus angurrias se privilegiaron por encima de cualquier intención de consensuar y garantizar una directiva acorde a la realidad del país.

Analicemos primero lo positivo de esta elección en el Congreso, porque es importante mantener el equilibrio de poderes en un contexto de corrupción evidente desde el Ejecutivo. Así mismo, saludamos que se tenga una Mesa Directiva paritaria, por fin.

Las principales críticas deberían empezar por revisar los antecedentes de Williams y los miembros de la Mesa Directiva porque, con este Congreso, vamos a tener muchas ingratas sorpresas. Sobre la composición de esta directiva predomina el conservadurismo, que ya estuvo haciendo daño a la agenda parlamentaria responsable.

Empezando por Williams, tenemos a congresistas conservadores e inclusive de extrema derecha, lo cual es muy peligroso para que siga en agenda la andanada de contrarreformas que atenten contra la Sunedu, el transporte público, la figura de la colaboración eficaz y las políticas públicas de enfoque de género.

Parecería que es oposición al gobierno de Castillo, pero hemos sido testigos de que las acciones de este Congreso, más bien, han abonado en la construcción de una narrativa de persecución y la victimización en Palacio; por eso la importancia de definir la agenda parlamentaria y la posición política frente a la corrupción. Si no, estaremos condenados a seguir profundizando la crisis y la corrupción, con un Congreso descalificado.