En defensa de Paracas y de la inversión. (Foto: Lino Chipana / Archivo El Comercio)
En defensa de Paracas y de la inversión. (Foto: Lino Chipana / Archivo El Comercio)

El 21 de julio del 2014, el gobierno del presidente Ollanta Humala entregó en Concesión al Consorcio Paracas el Terminal Portuario General San Martín en la zona de amortiguamiento de la Reserva Nacional de Paracas en la región Ica por un periodo de 30 años, para el traslado de mineral hacia el puerto de paracas, y actualmente esperan la aprobación del estudio del impacto ambiental para darle curso a un proyecto, porqué no decirlo, muy interesante de desarrollo.

Como era de esperarse, surgieron opositores que, en nombre de la cultura, salieron desde sus cómodas residencias limeñas (o de sus casas de playa en la zona) con cartas y pronunciamientos en defensa del paisajismo sureño.

Otros, más atrabiliarios (con clara posición ideológica de izquierda) “alertaban” del “peligro” de contaminación por causa del proyecto sin prueba alguna hasta el momento. ¿Se podrán tomar un tiempo y analizar el proverbio chino: “solo tiene derecho a discutir, quien ha investigado”?

Quienes sí habrían investigado, son los 600 pobladores que viven y trabajan en el distrito de Paracas, que en carta pública, advirtieron que se pretende frenar una concesión que es beneficiosa para su desarrollo, sosteniendo que el proyecto tiene los más altos estándares de seguridad y cuidado del medio ambiente, hecho que, indudablemente es el resultado de un conocimiento informado.

Algunos medios especializados en minería expresan que el traslado de mineral se hace en vehículos con tolvas “encapsuladas” y herméticamente cerradas, igualmente, el almacenaje se hace en depósitos herméticos y con gravedad negativa.

Los embarques se realizan en contenedores cerrados o en mangas enrolladas (no abiertas), que no permiten su exposición al viento. En Europa se usan estos métodos hace más de 10 años.

La experiencia traumática de conflictividad social en el país por razones ambientales (bandera de izquierda radical y anti sistema) está marcada por las heridas que dejó la férrea oposición de una minoría violenta, a proyectos mineros como el de Conga, en Cajamarca (con Gregorio Santos a la cabeza, hoy preso), Las Bambas, en el Cusco, y Tía María y Southern en Arequipa. En ellos hubo operadores perniciosos esparciendo desinformación y un “espíritu extorsivo” muy dañino el sur del país.

No son tiempos de promover enfrentamientos, hay que pensar en la manera de cómo hacer que los pobladores de Paracas lleven un pan seguro a sus mesas y que sus hijos encuentren oportunidades de desarrollo para su futuro y el del país. Debemos dejar el egoísmo y los mullidos sillones para protestar y colocarnos del lado correcto de la historia sin conflictos sociales. ¡Sí se puede!

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