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José Cevasco: La conducta del presidente
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Siento que la soledad invade al presidente Humala. Percibo que se siente solo en su lucha por defender la imagen mellada de la primera dama. Lo hace en forma personal; sus más cercanos colaboradores no lo acompañan, dan declaraciones tibias, con un lenguaje tímido, para no comprometerse. Nuestro presidente usa cada presentación pública para proteger a su esposa, haciendo que esas declaraciones opaquen el motivo gubernamental que lo pone ante los medios.
Si el presidente desea defender a su esposa, debería convocar a una conferencia y con ello dar por terminado el asunto. Hoy, por ejemplo, la población ve a nuestro mandatario inaugurando alguna obra pública, pero lo escuchan declarar sobre los problemas que envuelven a su esposa, emitiendo un doble mensaje y, lo que es peor, uniendo dos asuntos diferentes que los debería tratar por separado. Lo mismo sucedió cuando atacó al Congreso, por las investigaciones a la primera dama.
El gobernante debe transmitir autoridad. La población busca un mandatario que sepa poner los puntos sobre las íes, sin que ello sea sinónimo de majadería o del uso de palabras subidas de tono que reflejan nerviosismo y desesperación. Las últimas declaraciones contra la prensa, al pretender usarla como biombo por la mala percepción que la población tiene del gobierno, así lo demuestran.
Por otro lado, tampoco es saludable para la imagen del presidente usar de pretexto por su mala gestión al primer gobierno aprista, que se desarrolló hace ya tres décadas, o al fujimorista, que terminó hace dieciséis años. Un presidente hidalgo es aquel que usa la prudencia, las buenas formas y los escenarios adecuados para dar los mensajes que pretende. Sería recomendable que nuestro presidente administre mejor sus impulsos y deje de lado los sentimientos cuando le toque actuar como jefe de Estado. Recordemos: las mejores decisiones no se toman ni amando ni odiando.
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