Jorge Nieto Montesinos: La reforma indispensable

Requerimos políticos. Políticos que recuperen para la democracia la conducción del Estado y la construcción de una agenda pública de prioridades.
Jorge Nieto Montesinos: La reforma indispensable

Sociólogo, consultor político internacional

A 35 días de los comicios, los electores no sabemos aún quiénes serán finalmente los candidatos que compitan por nuestro voto para la presidencia de la República. Esto no está bien.

En comunicados sucesivos, la institución electoral convoca a guardar la calma y confiar en la imparcialidad de su trabajo, sin darse cuenta de que la sola invitación es confesión de que el piso no está ya tan parejo. La confianza se construye en la reiteración prolongada y se pierde en un instante. O se resquebraja de a pocos, como con esta parsimonia deslegitimadora. La promesa de "decisiones históricas" solo adiciona al barullo, con un poco de inmodestia, por añadidura.

Guzmán o no Guzmán, Acuña o no Acuña, con este conjunto de reglas no tenemos ni los incentivos, ni las sanciones requeridas, ni los tiempos para constituir el poder con una representación legítima de la pluralidad peruana y con la calificación que requiere la conducción democrática del Estado nacional. Urge una reforma política integral.

Urge porque ya pasó la época de la tecnocracia económica con los vientos a favor de la economía mundial sosteniendo casi sola el crecimiento de la década feliz. La época donde la política podía ser artificio y el Estado solo sus aparatos económicos. La de la democracia en la antesala, autoridades democráticamente electas, sometidas a la aletargante espera de la arrogancia y la insinuación venal, no por tecnocrática menos corrupta. Ahora las iniciativas logradas al madruguete en el pleno del Congreso, sin construcción de consensos y soporte políticos, murieron de protesta callejera sin nadie que las comprenda. Amén de que los vientos de afuera no ayudan ni podamos descartar un nuevo huracán financiero mundial.

Para adelantarnos a los hechos necesitamos consensos. Por tanto, requerimos políticos. Políticos que recuperen para la democracia la conducción del Estado y la construcción de una agenda pública de prioridades –tan sometidas ambas a la corrupción–. Y políticos de la sociedad, capaces de articular verticalmente las voluntades colectivas. La mejor barrera para impedir el ingreso de los criminales y su dinero en nuestra vida pública. Con estas reglas no los tendremos. Una reforma política integral es un asunto de Estado porque es para todo eso. No es una reforma minimalista ni una sumatoria bienintencionada de medidas.

Lo que hoy ocurre no debe repetirse. Va en ello la calidad de la democracia. Ahora. Luego, la propia democracia. O peor, el Estado.

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