Jorge Nieto Montesinos: El casillero vacío
Jorge Nieto Montesinos: El casillero vacío

Redacción PERÚ21

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Nunca ha habido tal distancia entre el primer y el segundo lugar. En elecciones anteriores, entre el ganador de la primera vuelta y el segundo había cinco o seis puntos de diferencia. En esta elección, la señora Fujimori dobla a su segundo persecutor. Está por verse si la arremetida del Frente Amplio logra siquiera pasar al señor Kuc-zynski, quien, desde la salida de Guzmán, avanza a la velocidad de quien se mueve en el estacionamiento. Y estamos más lejos, al parecer, de que esa aceleración izquierdista logre un cuarto de la votación. Esto ya marca una singularidad en este proceso electoral.

Acaso tenga que ver con el emplazamiento de los actores dentro de una topografía política convencional en los últimos años. Tuvimos todo este tiempo un espacio derecho tugurizado; un área izquierda aislada y empequeñecida; y un centro vacío ante la defección de los liderazgos que intentaron ocuparlo. Desde allí han actuado los liderazgos en disputa.

Fuerza Popular ha resuelto con ventaja su emplazamiento en el ala derecha. Con un adicional: su principal clientela está ubicada en los sectores más pobres. Y, aun con problemas en el sur, su extensión es territorial y socialmente nacional. Acaso estemos ante el surgimiento del primer partido de derecha popular en el Perú. Un esfuerzo que, por lo menos hasta ahora, fue infructuoso para el PPC y también, a lo que se ve, para el transformismo del hortelano que intentó García Pérez. Claro, todo ello si logran trascender el apellido Fujimori, un esfuerzo institucionalizador que en su momento tuvieron que hacer el franquismo o el pinochetismo para convertirse en partidos políticos modernos.

En la izquierda, contra todo pronóstico, su candidatura ha terminado siendo animada por adhesiones desde la sierra sur y la sierra central, los jóvenes del interior del país, acaso los más desesperanzados y carentes de horizonte: fruto amargo del desarrollo desigual. Hasta ahora han hecho solo la mitad de su tarea. No es poco, viniendo de donde venían. Pero sus logros están lejos de su techo: el 30% de electores se definen como cercanos, ese que votó en el 2011 por Humala.

El centro, liberal o socialdemócrata, parece haber encallado en lo de siempre: el color marrón. Más allá de las anécdotas, es proverbial su dificultad para entender esa gasa sutil que es el conflicto de sensibilidades de nuestra laberíntica choledad. Cito a Nugent. Un casillero vacío destaca en la política peruana: el que sume la prosperidad fruto del mercado y la competencia, con la reconstrucción de lo público que corrija desigualdades y abusos. En su ausencia, acaso volvamos a lo mismo: estatistas versus neoliberales.