Jorge Nieto Montesinos: La autenticidad como novedad
Jorge Nieto Montesinos: La autenticidad como novedad

Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Sociólogo, consultor político internacional

Las elecciones, además de geografía de las pasiones –aquí y en cualquier parte–, son un método de conocimiento. Permiten conocer la voluntad mayoritaria, pero también rasgos de nuestra vida pública. Resultado de las movilizaciones pacíficas –no solo juveniles– de los últimos días, algunos observadores han reparado recién en un segmento del electorado que, en realidad, ha venido moldeando el clima de la campaña desde el inicio. Que solo se les vea cuando se muestran en la forma clásica de la manifestación, no significa que no estuvieran ya allí. Habla del observador y sus instrumentos, no del observado.

De ellos, lo menos que se ha dicho es que son neófilos, es decir, amantes de lo nuevo por el solo hecho de serlo. No se ha usado la palabra, pero da lo mismo. La neofilia política sería una variante del voto visceral: un poco ignaro, un poco chonguero, un mucho inexplicable. Y despreciable siempre desde miradas que suspenden el análisis allí donde empiezan sus preferencias. O sus necesidades.

Ese sector, mayoritariamente juvenil, de plena ciudadanía en la web –un universo que incluye al 38% de los peruanos–, no es página en blanco. O de boberías. Algunas habrá, pero detrás de su afán por lo nuevo hay dos ideologemas fuertes. El primero, una crítica radical de la corrupción. Preferir lo nuevo es buscar políticos incorruptibles: petroaudios, narcoindultos, ecotevas, repartijas y agendas lo explican en mucho. El segundo, una adhesión ético-moral de intensidad variable a ciertas causas: al cuidado del ambiente, al respeto a los derechos humanos, a la igualdad de oportunidades, a cuidados del mundo animal, a cierta calidad en el consumo. Todo eso crea una alta valoración de la autenticidad. En cuanto perciben el doblez –como la marca falsa–, cambian de simpatía a la velocidad de un clic.

Desde ese complejo entramado elaboran sus simpatías políticas. Importa poco si son densas o baladíes. Si aciertan o no. Importa que hay una lógica detrás. No es la de la izquierda militante, aunque a veces se confundan: no son anti.

Inventaron candidatos en el 2011 y en el 2016. Y en otros mostraron videográficamente la mentira. Todo está en las redes, a mucha velocidad. Son los emergentes hijos díscolos del modelo que han elevado la exigencia de veracidad en el debate público. Por ello, nuestros políticos lucen irritables, desorientados, como algunos analistas. Los muchachos, ellos, ellas, siguen buscando. Esto sí que es nuevo.