Los presidentes de la Comisión de Constitución y la Comisión de Justicia, Rosa Bartra y Alberto Oliva, se felicitan luego de la aprobación de la Ley Orgánica de la JNJ. (Foto: Piko Tamashiro / GEC)
Los presidentes de la Comisión de Constitución y la Comisión de Justicia, Rosa Bartra y Alberto Oliva, se felicitan luego de la aprobación de la Ley Orgánica de la JNJ. (Foto: Piko Tamashiro / GEC)

El jueves por la noche, el presidente del Consejo de Ministros estaba convencido de que el Congreso aprobaría la Ley Orgánica de la Junta Nacional de Justicia, el ente que reemplazará al Consejo Nacional de la Magistratura, que –como sabemos– fue secuestrado por los “hermanitos” y convertido en un mercado persa de nombramientos y ratificaciones de fiscales y jueces corruptos.

El optimismo del premier era exultante y su confianza lógica. Cuando parecía que sería imposible conseguir que las comisiones de Justicia y Constitución redactaran un dictamen consensuado, y luego de que el Pleno votara en contra del documento que presentó el grupo de trabajo presidido por Rosa Bartra, el presidente del Parlamento, Daniel Salaverry, convocó a una reunión de urgencia y obró el milagro.

Tal y como Villanueva había adelantado, el viernes por la tarde la ley fue aprobada en medio de aplausos, con un abrazo entre los presidentes de las antes discrepantes comisiones. Una vez más, Salaverry había sido eficiente a la prisa del Ejecutivo.

Según Bartra, durante la cita, ella expuso los motivos para defender la constitucionalidad de los puntos de su dictamen que habían sido criticados, como la famosa paridad entre hombres y mujeres. Aparentemente su colega Alberto Oliva y el propio Salaverry se quedaron tranquilos con sus explicaciones y horas después la norma era una realidad. ¿Entonces, fue Bartra o Salaverry el triunfador de la contienda?

Ella afirma que no hay mayores cambios al texto antes rechazado. Él, en cambio, habla de un trabajo conjunto propiciado por su despacho.

Detrás del espectáculo político, aquí lo importante es si esta ley es un primer paso en la reforma. Hay voces que dicen que no es más que un CNM en otro empaque. Y ese es el análisis que nos falta hacer.

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