Tuve la gran oportunidad en la vida de tener una formación cristiana, católica, apostólica y romana, de la cual me siento muy orgulloso. Y trato de transmitir mi experiencia, credo y religiosidad a mi familia y por ende a mis hijos, como un testimonio de fe. Podría decirse que tengo una familia tradicional, papá, mamá y dos niños maravillosos que son la alegría y motivación para salir adelante en la vida.
Fui seminarista salesiano; desde muy niño, formado en ese catolicismo siguiendo el ejemplo de don Bosco y el culto a la Virgen María Auxiliadora, inculcado por mi madre y por supuesto por las hermanas salesianas, así que puedo entrar fácilmente a un debate teológico o, mejor aún, a interpretar las Sagradas Escrituras. No me gusta que se burlen de nuestras creencias, como también soy respetuoso de todos los cultos, así como de las expresiones artísticas: no avalo ninguna censura.
Este preámbulo es para que se pueda entender mejor mi posición y atreverme a expresar con esa libertad que Cristo nos enseñó para decir la verdad, duela a quien le duela. Mejor si es para arrojar a los mercaderes del templo y también para enrostrarles a los escribas y fariseos su hipocresía característica, que los lleva a atreverse todavía a dar lecciones de moral y religiosidad cuando en realidad son una sarta de pecadores. Parafraseando al Mesías: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque limpiáis lo de afuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia…” (Mateo 23:23-36).
El texto bíblico se hace más vigente que nunca cuando vemos que un grupo de extrema derecha se rasga las vestiduras con la puesta en escena de una pieza teatral de estudiantes universitarios de la PUCP, y no dicen absolutamente nada cuando, en sus narices, se ha convertido al Parlamento en un lupanar —y quién sabe si no son parte de esta degradación de la majestad del Congreso—.
Al parecer están felices viendo al Congreso convertido en una casa de odaliscas y meretrices, y además se trafica votos a cambio de favores sexuales, como reza la denuncia fiscal y ya es noticia mundial. Ahí ni el alcalde se atreve a hacer una conferencia de prensa en conjunto para denunciar tal degradación. Promueven la censura de una obra teatral que ni siquiera han visto y encima pretenden apropiarse de nuestra fe para dizque representarnos a los católicos.
Ha tenido que salir el cardenal Castillo para hacerles recordar que la Virgen María es verbo y no sustantivo, y que no pretendan utilizar políticamente nuestra fe para sus intereses sibilinos.
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