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Redacción PERÚ21

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Santiago Pedraglio,Opina.21spedraglio@peru21.com

Fragmentaciones posteriores dan cuenta de una persistente incapacidad para organizar equipos y construir una institucionalidad que atraiga, congregue y organice.

Sin embargo, paralelamente, grupos y personas de esta tendencia continúan sosteniendo batallas políticas de diverso calibre para lograr un país en el que más vivan mejor. Dicho esto, además, en un contexto en el cual a menudo esto significa solo sobrevivir con algo más de dignidad.

Es evidente el trabajo constante de gente de izquierda –aquella que busca modificar el sistema político-económico para ampliar las posibilidades de la mayoría– en áreas tan importantes como el respeto a los derechos laborales y los derechos humanos en general, la lucha contra la discriminación y la denuncia de la corrupción que pervierten el manejo de los asuntos del Estado.

En estas áreas, que implican una mejor convivencia y la posible construcción de un país más sólido, se mantiene activo el congresista del Partido Socialista Javier Diez Canseco. Su ausencia física, dura de aceptar, no lo desaparece ni social ni individualmente.

Es imposible borrar de la memoria del país actos valientes como su empeño por revelar los delitos de malversación en las décadas de 1980 y 1990; y del recuerdo individual, tantas acciones que optó por realizar –nada lo obligaba– en tanto que su capacidad de hermanarse con el necesitado fue siempre más grande que su temor o su comodidad. Dan fe de ello, por mencionar dos casos "a la mano", una madre que pudo dar sepultura a su hijo gracias a que él protegió ese cuerpo de una desaparición, en los días del conflicto armado interno; y, más recientemente, un amigo que, sometido a duros tratamientos para recuperar su salud, noche a noche, aun dormido, sintió su reconfortante compañía.

Por eso, sin duda, la presencia de este "guerrero victorioso", como diría José Martí, es real y es para siempre.