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Redacción PERÚ21

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Enrique Castillo,Opina.21ecastillo@peru21.com

El Presidente, y quizás la Primera Dama también, cae en los segmentos B (7%), C (3%) y D (8 ), y sube apenas 1 en el E. Esto a pesar del reparto de dinero, alimentos y becas a través de los programas sociales. ¿Qué ocurre entonces?

El Presidente y el Ejecutivo han dejado de lado aquello de hablar poco y hacer mucho, y participan activamente del debate político utilizando muchas veces un lenguaje de confrontación, ofensivo o discriminatorio, como lo de "panzones".

La Primera Dama entró de lleno en la política, voluntaria y prematuramente, y también hábilmente llevada y etiquetada por Alan García como la candidata oficialista. ¿La población la ve todavía como la sonriente esposa que acompaña y apoya a su esposo, o ahora la ve como la mujer que quiere quedarse en el poder emulando a Cristina Kirchner (cuya imagen se deteriora por denuncias de corrupción)?

Acciones del Ejecutivo y de la bancada nacionalista se perciben como maniobras políticas para eliminar contrincantes y permitir la reelección conyugal. Todo esto hubiese sido rechazado enérgicamente por el candidato Ollanta Humala, señalando que se trataba de maniobras de "políticos tradicionales" que pierden el tiempo tratando de sacar ventajas para perpetuarse en el poder, en lugar de dedicarse a gobernar bien en beneficio de los pobres.

Pues bien, quizás hoy esa clase media y pobre del país les esté diciendo al Presidente y a la Primera Dama que dejen de hacer política tradicional y de pensar en la reelección, y que se dediquen a luchar en serio contra la creciente inseguridad y la pobreza.

Algo así como el "jalón de orejas" de los limeños a la Alcaldesa, para que deje de perseguir a su antecesor y de actuar políticamente, y se ponga a trabajar en serio por Lima.