Mucho tiene que explicar sobre su viaje a China y a “la hermana República de Venezuela” el gobernador de Junín, Vladimir Cerrón Rojas, pues ni siquiera en su propio Consejo Regional tienen claras las justificaciones ni la financiación de tan exótico periplo.

Lo que, en cambio, resulta inocultable es su desinhibida vocación por el ridículo, como lo demuestra la postal que envió a sus seguidores, donde se le ve henchido de emoción por tocar la mano de Nicolás Maduro, dictador enquistado en la patria de Bolívar… o, mejor dicho, en lo que queda de ella.

Tan aislada está la cúpula militar mafiosa que dirige los destinos de Venezuela que hasta un gobernador regional del Perú –uno entre 37– le sirve para hacerse un pelín de propaganda entre los suyos, ya que la estampida generada por su gobierno ha logrado que, según cifras de la ONU, más de tres millones de ciudadanos venezolanos hayan huido hacia las democracias capitalistas vecinas –en nuestro territorio se registra el ingreso de alrededor de 800 mil de ellos– buscando mejorar las paupérrimas condiciones de vida que tenían en su país.

Cerrón Rojas, que no usa anteojos, pero quizás debería, declaró que en su brevísima visita a Caracas “he visto un pueblo tranquilo, con problemas, pero también con esperanzas”.

La contabilidad de la “vida social” venezolana durante 2019 registra hasta ahora 60 muertos (oficialmente reconocidos), 200 heridos, un levantamiento militar, días enteros sin agua ni luz, escasez y tráfico de productos básicos, marchas de protesta que terminan en violentas represiones, enfrentamientos callejeros por acceder a la ayuda humanitaria que llega de fuera… Si eso es lo que el gobernador de Junín describe como “un pueblo tranquilo”, pues él mismo, que es neurocirujano, debería saber que tiene un problema bastante serio de disonancia cognitiva.

Las críticas de Cerrón a la “injerencia” del Grupo de Lima y los llamados a “la autodeterminación de los pueblos”, por lo demás, suenan tan trasnochados que solo confirman la cruda obsolescencia de esta presunta izquierda peruana, incapaz de reconciliarse con la realidad.

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