Facultades desperdiciadas. (Luis Centurión/Perú21)
Facultades desperdiciadas. (Luis Centurión/Perú21)

Mientras los limeños nos preocupamos por el Mundial, esta semana hemos tenido preocupantes protestas en Cusco y Puno tras un paro preventivo de 24 horas. El aumento de impuestos en gasolina, en un contexto donde el precio internacional está de subida, ha sido un error que ha traído preocupación en los comerciantes y transportistas.

Ya sabemos que esto no se ha hecho para desincentivar su consumo por temas de salud. Aquí nos han querido engañar. Subir el precio de la gasolina, que es un bien inelástico, es una solución floja para aumentar la recaudación. Es decir, si se sube el precio de un bien cuya demanda no se va a reducir, se va a lograr recaudar mayores impuestos. El problema de la subida es que suben los precios de otros bienes.

Si lo que quieren lograr es cerrar el déficit fiscal producto de una pésima recaudación, ¿por qué no se concentran en gravar impuestos a actividades económicas y rubros exonerados como los casinos y juegos de azar? Es decir, pagamos impuestos por la leche, la quinua, medicinas, transporte, pero los casinos y carreras de caballos están exonerados.

¿Por qué seguir protegiendo esta actividad? Subir los impuestos en la gasolina para mejorar el déficit fiscal no es solo una solución facilista, sino que es, además, irresponsable.

El sur, para variar, nos hace abrir los ojos y nos recuerda que no se trata de hacer un escándalo por unos cuantos céntimos que van a subir, sino por un hecho de economía moral de la multitud, de la que habló E.P. Thompson.

De no retractarse el MEF, las protestas van a continuar y se irán incrementando. Los reclamos son justos. Lo que pide el sur es no más abusos y lo hace en nombre de todos y nadie se está dando cuenta.