Irán protesta. (AP)
Irán protesta. (AP)

En junio de 2009, el consejo electoral iraní proclamó como ganador de la segunda vuelta presidencial al candidato de los ayatolás (clérigos), Ahmadinejad, contra el reformista Musavi. Entonces, miles de personas tomaron las calles de Irán protestando contra lo que percibieron como un fraude.

La llamada “Revolución Verde” demostró lo que la sociedad iraní había manifestado por los votos en campañas presidenciales anteriores cuando eligieron, masivamente, al reformista Jatamí en 1997 y 2001, en cuyos gobiernos se hicieron cambios nunca vistos desde el inicio de la Revolución islámica de 1979: apertura en la libertad de prensa; flexibilización del código de vestimenta de las mujeres y su reinserción en las universidades; políticas económicas liberales y mejora de relaciones con países occidentales. Por eso, a partir de 2007, el ayatolá principal Jameiní y el Consejo de los Guardianes de la Revolución, un organismo formado por 12 doctos del islam (verdaderos poderes del país), decidieron utilizar la inhabilitación política como un instrumento para impedir que los reformistas retomaran el poder y apoyaron la llegada a la Presidencia de conservadores o reformistas pero manejables, como el actual Hassan Rouhani.

Era cuestión de tiempo para que un sector de la población iraní, que quiere más reformas, exigiese la libertad de sus líderes políticos encarcelados; gradual democratización; lucha contra la corrupción y, sobre todo, luego del levantamiento del embargo comercial tras el acuerdo nuclear entre el gobierno de Obama y Europa con Irán, la población esperaba mejoras económicas inmediatas.

A diferencia de 2009, las protestas de ahora tienen más fundamento social, pero de combinarse, podrían causar un cambio importante.

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