Inyección a la economía (Foto: iStock)
Inyección a la economía (Foto: iStock)

Si bien es cierto que el gobierno de Martín Vizcarra ha sido ejemplar en lo que respecta a tomar las decisiones correctas y oportunas para contener la expansión del en el Perú, por drásticas que inicialmente hayan parecido, toca ahora volver la vista a los sectores productivos que movilizan nuestra economía, que, pasada la emergencia, tendrán la dura tarea de volverla a poner en marcha.

Y un paso importante en esa dirección han sido las disposiciones del Banco Central de Reserva (BCR) y el Ministerio de Economía y Finanzas que, en conjunto, componen un paquete de estímulo que ronda el 12% del Producto Bruto Interno del país.

Como se sabe, hace dos días Julio Velarde, titular del BCR, anunció que se iban a destinar 30,000 millones de soles para asegurar la cadena de pagos, ante el impacto económico del coronavirus en los negocios, fondo que beneficiará a 350,000 empresas locales, de las que 314,000 son microempresas. El Ministerio de Economía, por su parte, ha dispuesto una serie de medidas de contención (para cubrir necesidades sanitarias), de reactivación económica y de garantías para empresas en riesgo.

Según Comex, el plan de acción, que se ejecutaría en tres fases, implicaría un desembolso de 90,000 millones de soles para inyectarse en la economía y para potenciar los servicios de salud.

No hay manera, pues, de que la cobertura de la emergencia sanitaria exima al Ejecutivo de plantear salidas inteligentes y creativas a la emergencia económica, ya que de la calidad del gasto público y del estímulo a la inversión privada dependerá la posibilidad de que los peruanos salgamos en el menor tiempo posible del hoyo en que la pandemia dejará al mundo.

Como bien señala el gremio empresarial, es saludable que los recursos acumulados en 21 años de crecimiento ininterrumpido se estén destinando a contrarrestar los efectos de un desastre humano y económico cuya magnitud todavía no terminamos de medir. Las cadenas de solidaridad humana están funcionando, pero hay que defender también –hasta donde sea posible– la cadena de pagos.

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