Padre e hijo construyen esculturas de ‘Transformers’ con chatarra en China. (shanghaiist / Sina)
Padre e hijo construyen esculturas de ‘Transformers’ con chatarra en China. (shanghaiist / Sina)

Asumimos demasiadas cosas como realidades incuestionables. No pensamos si siempre estuvieron o de dónde vienen. De vez en cuando no está mal convertirnos en periodistas de investigación junto con nuestros hijos.

Por ejemplo, ¿quién se pone a pensar en una lonja de pan mientras se prepara un delicioso sándwich? Es resultado de un proceso que involucra esfuerzos y personajes. Preparar un reportaje con nuestros hijos sobre el pan puede ser apasionante. Entrevistas a los empleados de un molino, visitar una panadería, hablar con un ingeniero agrónomo, por ejemplo. Lo aprendido poniendo en su contexto a los actores de las obras que consumimos sin pensar, no se olvida nunca.

¿Sabemos el origen de San Isidro, Chosica o San Juan de Lurigancho? Son etiquetas que usamos sin mayor reflexión. Detrás de ellos se esconden historias apasionantes, chistosas o terribles. Promover un grupo de padres e hijos para descubrirlas es interesante y provechoso. ¿Qué había antes? ¿Cuántos pueblos hay en el país o fuera de él que se llaman de la misma manera? ¿Qué hechos no notables ocurrieron en él? Son algunas de las preguntas que puede incluir el hipotético proyecto. Y para responderlas podemos entrevistar a personas mayores —se sentirán importantes y haremos una magnífica acción— sobre cómo eran las cosas antiguamente.

Muchas sorpresas aguardan a los que se atrevan a emprender ese camino. No solo conocimientos. Se habla de la importancia de las raíces, pero últimamente nadie sabe mucho acerca de los orígenes. Buscar los de los lugares en que vivimos es una buena manera de reencontrarnos con nosotros mismos. Al mismo tiempo estamos compartiendo una tarea común, dividiéndonos el trabajo, resolviendo eventuales problemas, divirtiéndonos y gozando los resultados. No es poca cosa en esta época de pantallas solitarias.

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