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Los intocables
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Curiosa actitud la del presidente de la República, Ollanta Humala. El hombre de la honestidad para hacer la diferencia ahora hace diferencias en temas de honestidad.
Desde que empezó su mandato, el jefe de Estado ha dedicado varios y constantes esfuerzos a tratar de evitar que sus familiares más cercanos respondan ante los órganos competentes sobre presuntas irregularidades o conductas poco claras.
Para el presidente, los manejos controversiales y públicamente cuestionados de los miembros de su familia (esposa, hermano, cuñado, etc.) son "novatadas" o no tienen relevancia.
No importa si van a hablar con el Gobierno de Rusia a nombre del Estado Peruano; si pescan con permisos ilegales; si reciben de los mineros ilegales dinero que no declaran; si tienen vinculaciones empresariales con acusados de ser cabecillas de redes de corrupción; si reciben dinero de esos acusados, etc.
Cuando se trata de sus adversarios políticos, el presidente Humala exige que la justicia actúe, pide celeridad, exige que no haya impunidad y habla de los partidos nacidos de la cloaca o de las prácticas delincuenciales de los demás.
Cuando alguien quiere citar a los miembros de su familia, el presidente saca las garras, critica, ataca, insulta, llama "mamarrachos" a las comisiones, dice que responder ante ellas es perder el tiempo o que no tienen que ir – como en el caso de su esposa– ya que no son funcionarios públicos. Pero olvida el presidente que, no siendo funcionarios públicos, "gobiernan en familia" –según sus propias palabras–; que viajan, desarrollan sus labores –cualesquiera que estas sean– y pagan a asesores con recursos públicos; y que interactúan y despacharían (según varios testimonios) con los ministros de Estado.
¿Por qué el presidente ataca con todas sus fuerzas a los demás, pero protege con todas sus armas y esconde con todas sus ganas a su familia?, ¿en el Perú hay intocables? Ese sí sería un mal mensaje, presidente.
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