Intentar gastar no es gestionar. (Foto: GEC)
Intentar gastar no es gestionar. (Foto: GEC)

Este año, el Estado contó con el mayor presupuesto de toda su historia, con S/168,074 millones, pero solo lograría ejecutar apenas el 78.5% al cierre de 2019. Como se vea, este resultado es malo y poco justificable, ya que aquel nivel de ejecución está 8.3% por debajo de la ejecución promedio de los últimos cinco años.

En este contexto, el Ejecutivo decidió aprobar el nuevo presupuesto para 2020, el cual asciende a S/177,367 millones. ¡Un 5.5% más que el de este año! Lo preocupante es que este Gobierno, que destaca por su mala gestión, pretende vender disimuladamente la idea de que nuestros problemas se aliviarán con más gasto público a lo bruto.

Lo hilarante (o triste) es el comentario del actual premier, quien considera que “están siguiendo una política económica responsable y prudente, para dinamizar el crecimiento”. Aparentemente, Zeballos ignora que debimos haber crecido alrededor de 4% (FMI), pero que, por perseguir su agenda política, sin poder ejecutar en paralelo el presupuesto, creceremos con suerte 2.5%. Es cierto que ese crecimiento no se debe solo al bajo nivel de ejecución; también existen otros factores importantes en los que falló el Gobierno. Uno es la falta de promoción de inversión privada. Por ejemplo, de la cartera de Proinversión de este año de US$963 millones (61% menos que en 2018), solo se adjudicó el proyecto PTAR Titicaca por US$269 millones.

Ante un gobierno con un elevado apetito por gasto, es importante tener presente que los gobiernos no “crean” empleos ni “generan” riqueza. Cada centavo que tienen primero fue sudado por alguien más. Por ello, si van a tocarles el bolsillo a los peruanos, lo mínimo que pueden hacer es garantizar una ejecución de calidad.

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