La bandera peruana es proyectada en Palacio de Gobierno. (Gobierno)
La bandera peruana es proyectada en Palacio de Gobierno. (Gobierno)

Por: Martín Naranjo - Presidente de la Asociación de Bancos del Perú (Asbanc)

El Perú de hoy es muy distinto del que teníamos hace 25 o 30 años. Quizá la diferencia más importante sea la reducción de la pobreza: entre 2004 y 2018, la pobreza se redujo desde alrededor de 60% a cerca de 20%.

De 1992 a 2019, los créditos bancarios pasaron de ser el 8% a ser el 37% del PBI. Es decir, los créditos crecieron bastante más rápido que la economía en su conjunto. En dicho periodo, los créditos otorgados aumentaron en más de 79 veces y los depósitos captados en más de 52 veces. Asimismo, desde el año 2000, el número de peruanos que accedió al crédito en el sistema financiero creció en más de 5 veces hasta llegar a más de 5 millones a fines de 2019.

Igualmente, 10 millones de depositantes mantienen hoy 52 millones de cuentas de ahorro y 68 millones de cuentas de depósito. El Perú, además, ha liderado el ranking de inclusión financiera por 10 años consecutivos y los esfuerzos de innovación han estado dirigidos a atender las necesidades de los sectores tradicionalmente excluidos del sistema formal.

Los especialistas coinciden en que el sistema financiero peruano tiene como mayores fortalezas su nivel de capitalización y la eficiencia con la que opera. Son justamente estas fortalezas las que han permitido ofrecer mayor seguridad a los recursos del público y responder eficientemente ante las demandas que imponen crisis globales como la que enfrentamos en la actualidad.

Nuestro marco institucional consagra principios que explican gran parte de estas fortalezas y crecimiento. Principios como la prohibición de tratamientos discriminatorios —por origen del capital, tipo de intermediario o producto financiero—, la libertad de asignación de recursos y, especialmente, el de la libertad de precios juegan un rol fundamental. Estos principios en favor de la competencia y de la economía de mercado son, y tienen que ser, acompañados por autoridades rectoras fuertes, autónomas y altamente especializadas. Efectivamente, nuestro Banco Central y nuestra SBS gozan de plena autonomía y están en plena capacidad para velar por la estabilidad, la promoción y protección del ahorro, la transparencia y los más altos estándares de competencia y conducta de mercado.

Con seguridad hay todavía mucho por hacer y mucho que mejorar. Corresponde unir esfuerzos para llegar a entender como sociedad la importancia de mantener los principios que nos han permitido reducir la pobreza, crecer, incluir, innovar y ofrecer seguridad. Corresponde renovar permanentemente nuestro compromiso con el Perú.