(USI)
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Las reacciones de Vizcarra desde la publicación del primer audio han sido sensatas, pero convocar al pleno para que de una vez debata la remoción de todos los miembros del CNM evidencia un aplomo que hasta ahora no había mostrado desde el sillón presidencial. Ya era hora, no solo para proyectar una figura presidencial más sólida, sino porque todo el CNM debe salir, suplentes incluidos. Es el único camino político razonable.

Convocando al Congreso, Vizcarra le da un giro a la situación, asumiendo el liderazgo del reformismo anticorrupción y evidenciando la inacción de la Mesa Directiva saliente que, luego de más de una semana, poco o nada ha hecho.

Ahora, si el Congreso no remueve a todo el CNM este viernes, el siguiente paso inminente es que Villanueva presente una cuestión de confianza de todo el gabinete. Si el gobierno no lo hace, todo podría terminar pareciendo una pantomima y revelando debilidad. En caso de que la cuestión fuese negada por la mayoría legislativa, Vizcarra está facultado constitucionalmente a disolver el Congreso. Pero, siendo realistas, es muy difícil que esto último vaya a suceder, porque la mayoría legislativa, ya bien magullada, no se va a inmolar de esa forma, así que ir al todo por el todo en este contexto no solo es necesario, es razonable.

Sin la participación activa y directa de Vizcarra, será imposible aprovechar el develamiento de lo más feo del sistema de justicia para reformarlo todo. De hecho, la situación representa una encrucijada para el mismo gobierno, pues si no enfrenta el asunto con firmeza, cortándolo desde la raíz y dejando mensajes contundentes, terminará siendo arrastrado y hundido por él. Aquí la inacción y las medias tintas solo pueden ser percibidas como complicidad. Al presidente no le queda otra.

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