(Foto: Presidencia)
(Foto: Presidencia)

¿Dónde esta Francisco Sagasti? ¿Y Bermúdez? ¿Los demás ministros? El lunes tuvieron consejo de urgencia para hablar del frenético incremento de los contagios y las muertes, pero cuando terminó, no hubo anuncios. Ayer, al menos hasta antes de que caiga el sol, tampoco hubo información nueva ni acto político que muestre liderazgo o que nos haga sentir que el gobierno tiene un plan. En Lima lo normal es que al día mueran entre 100 y 150 personas; ahora están muriendo unas 400. Igual en otras regiones. El Perú necesita un líder que con su linterna alumbre el camino. Que se dirija al país con información precisa, pero también con corazón.

Entiendo que sea un gobierno de transición, nacido débil y casi sin apoyo legislativo, pero ya están sobre el caballo. Su silencio y falta de claridad informativa son un peligro y tierra fértil para orates y desestabilizadores. Ayer, por ejemplo, murió una chica voluntaria que había participado en los ensayos clínicos de la vacuna con la Cayetano Heredia, e inmediatamente el movimiento antivacuna se activó con mentiras y desinformación, apoyados por programas de TV cómplices. Es inexplicable que hasta ahora el Estado no tenga un plan de comunicación para hacer frente a esa embestida contra la vacuna. Debería estar resaltando, primero, que al ser una prueba de doble ciego no se sabe si la chica recibió la vacuna real o un placebo y, segundo, que no existe vacuna 100% efectiva, pero que es infinitamente mejor ponérsela a que no. También debería estar diciendo una y otra vez que automedicarse es un peligro y que no hay mejor protección ante el virus que usar bien la mascarilla, lavarse las manos y mantenerse lejos de la gente. Esto como mínimo.

Cualquier medida que adopte el gobierno será difícil y costosa, pero peor es no tomar ninguna y dejar espacio a la desinformación. No es momento para esconderse. Son tiempos para liderar.