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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Roberto Lerner,Espacio de crianza https://espaciodecrianza.educared.pe

"Su coeficiente intelectual es 360, mi hijo es un niño índigo.", "Considero sobrenatural eso de índigo: no creo en su existencia.", "¿Un centro donde den información sobre niños índigos?", "¿Dónde puedo llevar a mi hija para que la diagnostiquen si es índigo?", "Mi niño de 1 año 6 meses va a un centro de estimulación temprana y varias mamás me dicen que es índigo.", "Bibliografía sobre los índigos y la educación.", "¿Dirección y teléfonos de escuelas especializadas en índigos?", "Llegué a hacerme socia de un club de niños índigos por Internet."

Pequeña muestra de inquietudes manifestadas por visitantes al blog Espacio de Crianza. Las había por decenas hace cuatro años. Era una manera en que padres trataban de dar sentido a hijos que no cuadran con tipologías habituales, conductas esperadas en distintos momentos del desarrollo. Niños que a veces asustan, producen admiración, orgullo, pero siempre desconciertan. No responden a las técnicas de crianza o metodologías pedagógicas.

Padres y maestros los analizan, los comentan, ofrecen consejos, derivan a especialistas. De repente encuentran un término, definición, teoría, libro. Y, ¡ya!, todo se aclara: respuestas nítidas, explicaciones convincentes. Y con ellas vienen gurús, instituciones, páginas web, recetarios, testimonios, ofertas.

En el caso de los índigos, esos nuevos niños que llegaron para salvarnos con sus habilidades incomprendidas y guiarnos del XX al XXI, otra forma de jugar con la angustia de adultos necesitados de orientación frente a pequeños atípicos, otra moda, otro engaño.

Porque, por lo menos en los padres y maestros que veo, con los que interactúo virtualmente o a través de charlas, el asunto desapareció. Otras modas están en el menú. Los índigo se fueron.