"Estoy en contra de cualquier tipo de violencia a la mujer y no voy a permitir que me sindiquen como un abusador, porque no lo soy", señaló Castañeda. (Facebook/@guillepilo)
"Estoy en contra de cualquier tipo de violencia a la mujer y no voy a permitir que me sindiquen como un abusador, porque no lo soy", señaló Castañeda. (Facebook/@guillepilo)

En mi columna anterior me referí a la pareja de cómicos nacionales que estaban haciendo campaña para que las feministas “no maten los chistes”. Paradojas del destino, uno de ellos –Guillermo Castañeda– fue acusado ayer de agresión sexual por la actriz Daniella Pflucker a través de Facebook.

Como era de esperarse, no demoró en saltar el nauseabundo espíritu de cuerpo de los amigos –y amigas– del agresor, quienes afirman “conocerlo desde chiquito”, “conocer a su familia y a sus mascotas” o “ser testigos de lo buen chico que es”, como si ello fuera una garantía de que este no abusará de una mujer en la intimidad de una habitación, desconociendo su negativa a continuar con la relación sexual.

Si el agresor es tu amigo, lo mejor que puedes hacer es cuestionarlo para que sea mejor persona o apoyarlo en privado. Salir a las redes sociales para atacar a la víctima llamándola “loca”, “fácil” o “despechada” es bajísimo y te convierte también en agresor, pues se revictimiza a la denunciante y es un mensaje a otras mujeres para que se abstengan de hablar por temor. Antes de pensar en la muerte del humor, preocúpense por respetar a las mujeres.

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