“Los niños se comportan como portadores asintomáticos, lo que lleva al incremento de la transmisión a adultos y adultos mayores, con el consecuente aumento de la mortalidad, tal como se ha visto en países que implementaron estas medidas en similares condiciones y que, a los 15 días, elevaron en 30% los casos de infección en población de 0-19 años y la necesidad de camas UCI”, reza, incontestable, el pronunciamiento que hizo la Sociedad Peruana de Pediatría el fin de semana. Más claro ni agüita de tanque.

Es data gélida y concisa, pero tan expresiva –y viniendo de donde viene– que el gobierno debe haberse visto obligado a seguir basculando su decisión de permitir la salida de niños acompañados por sus padres a partir de las 6 de la tarde, pues, además, ayer, el mismo día que se puso en práctica, el Ministerio de Salud (Minsa) se apresuró en emitir una alerta epidemiológica indicando que los menores que residen en distritos y regiones con alto riesgo de contagio –la lista publicada ayer es larga– debían abstenerse de salir al paseo diario dispuesto por el Gobierno.

Es decir, una norma con parche de último momento. Y tremendo parche: nada menos que 19 distritos de Lima Metropolitana y 10 regiones en todo el país, en los que el riesgo de transmisión del virus todavía se considera elevado. Si esto no es improvisación, ¿qué podría ser, entonces? El gobierno debe andar con mucho cuidado al emitir disposiciones como estas. Para eso se supone que cuenta con un Comando COVID-19 que lo asesora, aunque si nos remitimos a ciertos desencuentros recientes, pareciera que este colectivo de apoyo y las cabezas del Minsa no siempre concuerdan… o conversan.

Lo cierto es que, en últimas, de encontrarse o no en las zonas vetadas, será también responsabilidad de los padres cuidar a sus niños si deciden salir a dar una vuelta con ellos. Guardar distancias, llevar mascarillas y evitar contactos innecesarios con otros peatones, niños especialmente: que la emoción de la salida en familia no nos haga olvidar que el patógeno puede estar esperándonos a la vuelta de la esquina.