El mercado de impresión 3D en Perú viene en crecimiento constante y se espera que alcance los US$20 millones para 2026. La fabricación digital ha transformado sectores como la medicina y la manufactura, y su potencial en la educación es enorme. Permite que los estudiantes diseñen y construyan modelos físicos de conceptos abstractos, realizar pruebas de resistencia con estructuras en miniatura o incluso prototipar soluciones para problemas reales en sus comunidades.
Existe evidencia de que una estrategia pedagógica de fabricación digital genera beneficios como mejorar la comprensión y retención de conceptos, aumentar la motivación y participación, fomentar la inclusión educativa, desarrollar compromiso con problemas locales y desarrollar habilidades prácticas y creativas. Sin embargo, esta tecnología corre el riesgo de convertirse, como otras, en un simple espectáculo tecnológico sin impacto real en los aprendizajes.
El uso de la impresión 3D en el aula debe estar alineado con metodologías activas y no limitarse a imprimir objetos. El verdadero valor está en que los alumnos diseñen, iteren y resuelvan problemas, fomentando el pensamiento crítico y la creatividad. Por ejemplo, diseñar e imprimir piezas para un sistema de recolección de agua en zonas rurales o modelos anatómicos para estudiar el cuerpo humano.
Algunas universidades y colegios han comenzado a experimentar con esta tecnología, pero su adopción aún es limitada. Para que la impresión 3D sea una inversión educativamente rentable debe estar integrada en una pedagogía de exploración y creación, no solo de consumo.
Si queremos que la educación en el país evolucione, la pregunta no es solo cuanta tecnología podemos comprar, sino cómo la usamos para transformar el aprendizaje en todo el sistema educativo.
