notitle
notitle

Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Carlos Basombrío,Opina.21Grave error. Lo que viene ocurriendo en el 2014 es un espiral hacia abajo con fuerza y velocidad que no se esperaban. Algo así, como si los buzones del desagüe hubiesen sido abiertos de golpe.

El Congreso, cuándo no, con varios nuevos casos de congresistas traficando intereses y apropiándose de lo público sin sanción, caminan de la mano de la incapacidad de ponerse de acuerdo en cómo renovar el Tribunal Constitucional.

Áncash dio otro remezón. Un gobierno regional (parece que no el único) en el que se conjugan la corrupción, el asesinato de adversarios, la compra de periodistas y muchas autoridades estatales convenientemente haciendo de la vista gorda. En medio de ese escándalo y ante el estupor nacional, el fiscal supremo con más denuncias de actos incorrectos y sindicado por impedir la investigación del delito en Áncash es nombrado Fiscal de la Nación. Y, ahora, tres miembros del Tribunal Constitucional con plazos largamente vencidos usurpan funciones y "nombran" como fiscal supremo a un personaje híper cuestionado.

A estas alturas, la amenaza no es ya solo a la democracia. Cada vez más este desmadre institucional se está convirtiendo en una puerta abierta para la penetración del crimen organizado.

Como la columna Bello del The Economist nos ha recordado recientemente, no hay sostenibilidad del desarrollo sin instituciones que lo permitan. Ellos hacen el símil con Italia, en donde creyeron que sí se podía tener una política desastrosa y corrupta y que el país podía prosperar indefinidamente. Ahora pagan las consecuencias. Solo que no somos Italia y que aquí sufriríamos veinte veces más y nos tomaría una generación recuperarnos de un nuevo colapso. ¿No vamos a reaccionar?