Las medidas arancelarias, y en especial la postura de Trump frente al mundo, afectarán al Perú a través de dos vías: primero, el impacto directo de los aranceles y, segundo, la desaceleración económica mundial, consecuencia de los aranceles a otros países.
El primer camino (los aranceles directos) pueden afectar más a la agroindustria y textiles. Sin embargo, no pienso que el efecto sea muy fuerte por la siguiente razón: ambos sectores ofrecen a Estados Unidos, en promedio, producción orientada a los segmentos socioeconómicos altos. Pensemos. Que el kilo de arándanos o de uvas suba de 20 a 22 dólares (asumiendo que el arancel quede en 10%) no alterará mayormente la cantidad comprada debido a que se trata de productos inelásticos, es decir, con baja sensibilidad al cambio del precio. Algo similar ocurre con los textiles. La ropa hecha con algodón pima suele costar más que otra de menor calidad. Va el mismo argumento: aquella de precios más altos suele ir a segmentos socioeconómicos más pudientes, que seguirán comprando pese al aumento del precio. Ojo, que se trata de precios promedio.
Sin embargo, el segundo camino sí será más duro. Las tensiones comerciales y la incertidumbre reducen el comercio y la inversión, y a través de esos caminos desaceleran la economía mundial. Ya se están revisando proyecciones de crecimiento económico mundial a la baja: de 2.6% antes de Trump a 1.5% aproximadamente o, peor aún, 1.0%, como sostiene la ONU.
¿Por qué pasa esto? Porque China y Estados Unidos producen el 44% de la producción mundial, y si ambos colocan barreras arancelarias tan altas entre ellos, entonces necesitarán producir menos. El principal comprador de la producción de los Estados Unidos es China y el principal comprador de la producción china es Estados Unidos. La desaceleración del comercio entre ambas economías reducirá el crecimiento entre ambas. Y esto afectará al Perú, una economía pequeña y abierta que solo produce el 0.3% de la producción mundial.
Sin embargo, podría haber otro efecto. China le vendió a los Estados Unidos en 2024 por 440,000 millones de dólares. Imaginemos que se mantiene el arancel en 145%. Es cierto que Estados Unidos ha bajado el arancel a microchips, semiconductores, laptops y pantallas planas, entre otros, porque se dio cuenta de que era imposible pasar las mismas fábricas estadounidenses ubicadas en Asia a los Estados Unidos, y no solo porque en Asia se produce más barato, sino que tienen la mano de obra calificada (ingenieros) capaz de armar un celular en minutos, algo que no tiene Estados Unidos.
En el caso de los juguetes, no se han tocado los aranceles de 145%. ¿Qué puede pensar China? Pues puede buscar otros mercados y eso supondría una inundación de productos (en este caso juguetes) a otros países, como Perú.
Sea como sea, la incertidumbre causada por Trump a la economía mundial es veneno. Periodos similares de la historia económica generan contracciones de las economías. La razón es simple: la inversión se reduce porque cree o sabe qué puede venir luego. ¿Alguien puede asegurar que tras los 90 días los aranceles se quedarán donde están? No; entonces, ¿qué viene? Pues nadie lo sabe, pues hasta ahora Trump se ha mostrado impredecible. ¿Responderá a un plan que al menos yo no entiendo?