Ideologías vs. pragmatismo

Difícil tarea la de los peruanos que este 11 de abril intentarán tener un mejor destino pese a las peores circunstancias: la pandemia del virus COVID-19. El imparable incremento de fallecidos en la primera semana del 3 de abril (294 muertos), una vacuna lenta e inalcanzable, y menos recursos económicos en los bolsillos de todos, debería ser un escenario de terror para todos aquellos que ansían llegar a uno de los poderes del Estado.

Este panorama desesperanzador podría traducirse en un enorme porcentaje de votantes que prefiera el voto en blanco o viciado, lo cual, involuntariamente, podría inclinar la balanza hacia un lado equivocado y peligroso: el desgobierno.

El escenario político ha sido desastroso en esta etapa electoral. Primero, una sobreoferta política con 18 aspirantes a la Presidencia y miles de postulantes al Congreso. Luego, candidatos con serios cuestionamientos por corrupción (Vizcarra y compañía) y, para colmo de males, el populismo barato con ofrecimientos alucinantes y antihistóricos en todo el espectro de la política criolla: la izquierda, la derecha y el nebuloso centro.

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Ha sido extenuante observar ataques de todo calibre, unos más gruesos que otras, con el fin de desprestigiar al adversario, perdiendo tiempo, recursos y energías. Existe una fuerte presencia ideológica en las propuestas de la izquierda y la progresía peruana (cambios de Constitución, imperio de lo estatal, incluso en el tema de la vacuna, y cierre de proyectos mineros, entre otros), y también una derecha cada vez más desunida, retrógrada y arrogante. El votante mira atónito, entristecido, angustiado y desorientado.

El país requiere un liderazgo pragmático y potente, que establezca un gobierno de salvación nacional consiguiendo vacunas con alto nivel de eficacia, que abra los proyectos mineros pendientes para impulsar los 24 mil millones de dólares en inversión que representan y se traduzcan en 2.8 millones de puestos de trabajo directos e indirectos; que disponga un shock de inversión en inteligencia policial para frenar la inseguridad ciudadana, y fortalezca a “sangre y fuego” la capacidad operativa del sistema de salud para enfrentar con eficiencia una eventual tercera o cuarta ola.

Necesitamos un líder que esté dispuesto a renunciar a su ideología por un tiempo y tome al toro por las astas para evitar la anarquía, la violencia y la muerte. ¡Voto válido, voto útil! ¡Sí se puede!

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