“Urresti les es útil, pero no creo que su estilo y autonomía le agraden a Palacio”, opina Dargent. (Luis Gonzales)
“Urresti les es útil, pero no creo que su estilo y autonomía le agraden a Palacio”, opina Dargent. (Luis Gonzales)

Redacción PERÚ21

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En un ínterin de la publicación de su tesis doctoral, Technocracy and Democracy in Latin America, analiza, con preocupación, el escenario político nacional y las perspectivas electorales para el 2016.

¿Le cree a Humala cuando dice que está interesado en investigar el reglaje a personajes políticos?No me queda claro qué está pasando con lo del reglaje. Se ve muy mal ese tipo de actitudes en tiempos democráticos, que tienen que ver, de ser cierto, con una agenda muy personal del partido de gobierno. Cuesta creer tanta torpeza. No sé bien quién podría estar detrás de una cosa como esta.

El ex asesor presidencial Carlos Tapia no cree que el presidente esté al margen; dice que él es muy desconfiado…Algo que me queda clarísimo es que Humala es sumamente desconfiado y nunca ha construido un equipo de gobierno bastante amplio. Se hablaba mucho de Adrián Villafuerte, que luego se fue. No se ve un Estado puesto al servicio de una organización que apoya al presidente. Lo que veo, más bien, es un presidente muy solo, muy desconfiado del resto y sin poder formar equipos de gobierno que se mantengan en el tiempo.

La premier Ana Jara ha hablado de facciones paralelas…Yo trabajé en la Procuraduría Anticorrupción del caso Fujimori-Montesinos, y lo que vi fue que la implosión del Servicio de Inteligencia dejó mucha gente suelta a la búsqueda de hacer dinero. Se hablaba de militares retirados cuyo know how era chuponear. Este tipo de chuponeo para golpear rivales en la política, en las empresas, es muy alto, y es evidente que el Estado no ha sido capaz de reconstruir su servicio de Inteligencia para desarticular esas actividades. Estamos ante un tema muy grande que puede involucrar al gobierno, pero también a sectores privados con capacidad de comprar…

¿Ve en el discurso presidencial una voluntad real de aclarar las cosas?Más que un discurso, lo que se tiene que ver son medidas claras que demuestren que se quiere llegar al fondo.

Salir con el rostro adusto y el gabinete como gesto de respaldo solo es para la foto… No vale nada. Esa foto ya la hemos visto con Alejandro Toledo en el caso Almeyda o con Alan García con similares muestras de que no sabía nada. La gente no cree en nada. Recuperar esa confianza pasa por dar medidas de tal magnitud que le hagan creer a la gente que, efectivamente, no tienes nada que ver.

¿Una medida sería la salida de Daniel Urresti del Ministerio del Interior?Es costoso para el gobierno desembarazarse de él. Muchos creen que puede ser su candidato; yo lo dudo mucho y dudo también de que lo toquen porque les es útil con ese estilo grosero y jocoso. Les ha dado mucho oxígeno y les ha levantado la imagen. A mí no me gusta Urresti. En términos democráticos, es muy cuestionable y probablemente el presidente no lo separe, pero, si quiere dar señales de cambio profundo, tendría que adoptar medidas de ese talante. Por el contrario, si estás en este rumbo de colisión, achorado, gritón, hace recordar la entraña más militarista que se tenía al inicio de este gobierno.

Lamentablemente esa conducta tiene respaldo de un sector de la población…Urresti ha logrado mostrar que puede, a través de una posición más de derecha autoritaria, tomar temas que antes estaban más en el lenguaje de los críticos de izquierda y explotarlos a favor suyo, y de costadito al gobierno, porque golpea un poco a sus opositores. Antes se pensaba en él solo como ley y orden, y en parte lo es, pero se ha convertido, con sus tuits, en la memoria política, recordando el desastre del gobierno aprista, la corrupción fujimorista; también golpea a los medios bastante fuerte. Lo que explota es el descontento de la población con la clase política.

¿Y la premier debería renunciar, como lo ha reclamado parte de la oposición?Ha logrado construir un premierato mucho mejor del que pensamos. Mal que bien ha logrado cierta estabilidad y mantener el gabinete andando con cierta iniciativa. Dudo mucho de que el presidente no aprecie su trabajo. Todavía puede dar un rato más para adelante.

¿Sería conveniente una oxigenación del gabinete?Eso podría ser saludable, especialmente en el campo de ganar credibilidad frente a quienes consideran que salir a declarar no es suficiente. Hay un malestar generalizado de la gente hacia el gobierno y la política. Ahí sí creo que al gobierno le interesaría dar ciertos gestos de confianza.

Pero eso pasa también por establecer puentes de diálogo que actualmente no hay…Por supuesto, pero también la oposición se está comportando de la peor manera. Urresti es un patán que les ha ganado a los otros patanes. Mire usted gente como (Héctor) Becerril o el tono que usa Alan García en Twitter, quien, sabiendo que las condiciones económicas son complicadas, señala que es cuestión de voluntad solamente. Me parece muy irresponsable atacar constantemente diciendo que todo es por los errores del gobierno; es un aprovechamiento bastante grosero. A mí lo que me preocupa es la clase política, el establishment empresarial, todo en su conjunto. Estamos llegando a niveles de desprestigio muy altos…

¿Con esa clase política qué nos espera en 2016?Veo el 2016 con mucha preocupación. No veo candidatos que tengan ningún esfuerzo reformista institucional, lo cual no es agilizar trámites y hacer rápidas las inversiones, sino repensar el tema de la educación, reforzar los mecanismos de control de corrupción, reformas reales del Ministerio Público, la Contraloría, el Poder Judicial, todo el tema de salud pública, cosas con las que la gente sienta que el Estado le puede servir. Hasta ahora veo un 2016 bastante complicado, especialmente porque el tono de la campaña, que, si sigue como hasta ahora, no será de propuestas creíbles. Es caer en un continuismo que no entusiasme o en un entusiasmo súbito por algún candidato que sea más irresponsable en su plan de gobierno, con redistribución fácil o ley y orden y mano dura o lo que sea.

¿Qué hacer para no llegar a eso? ¿Quizá partidos políticos más sólidos?¿Y cómo haces eso? Es bien difícil reconstruir partidos políticos con una política tan desprestigiada. Creo que pasa porque muchas personas que vemos con desconfianza la política reconozcamos más a quienes entran a hacer política, comencemos a identificar a personas de buena voluntad que merecen nuestro aprecio. Miremos lo que se hace en Educación, en Servir; pasa porque muchos visibilicemos más los esfuerzos de ciertos sectores.

¿Pero quién aglutina eso?Es necesario que más personas opten por ser parte de colectivos políticos. Hay que comenzar a incentivar que la agenda de mediano y largo plazo se introduzca a la política. Lamentablemente, en muchos grupos políticos existentes, ese chip no está. No tiene necesariamente que ser un político. Me parece, por ejemplo, muy loable lo que hace Gastón Acurio, que constantemente pone temas de agenda política importantes y desde su sector empresarial está controlando, mirando.

*En el panorama actual siempre se repiten los mismos nombres: Alan García, Keiko Fujimori… ¿Hay espacio para el outsider? *En el Perú no debe sorprender que surja un nombre que sea el anti anti: anti Keiko anti Alan, o un nombre más a la izquierda que es un sector todavía crítico. Hay espacio tranquilamente. Con partidos debilitados, esa opción sí se da para bien o para mal, porque, más allá de que gane o no, da la posibilidad de que introduzca ciertos temas al debate.

Acurio lo niega, pero muchos insisten en plantearlo como una posibilidad presidencial.Si (él) quisiera ser una posibilidad presidencial, tendría que comenzar a trabajar ya en la construcción de una organización política que le dé el fundamento a una propuesta diferente de gobierno, para que no repita lo que les ha pasado a otros outsiders, que llegan diciendo algo y luego no pueden controlar todo lo que pasa a su alrededor. Es importante que, si realmente lo está pensando, piense mucho más en una construcción organizativa que sea mucho más que Gastón Acurio. Pero ir pensando en estos 'salvadores' que nos salven de Keiko y Alan también tiene un costo, que es que llegue a la Presidencia alguien que no ha preparado una plataforma organizativa lo suficientemente grande, un equipo con el que pueda gobernar.

¿Keiko Fujimori y García siguen teniendo posibilidades?Por supuesto. Fujimori tiene una muy fuerte posibilidad y, a diferencia de otros punteros de años anteriores, tiene un 20% que está ahí apoyándola en las buenas y en las malas.

Pero el antifujimorismo es muy fuerte.Sí, es muy fuerte, pero su evaluación pública no es tan mala, y mucho dependerá de si logra desfujimorizar las resistencias fuertes que tiene y presentarse con un mensaje conservador, pero renovador. Yo sí creo que Keiko Fujimori tiene muchas opciones para ganar en 2016. El caso de Alan es diferente. Es el político más hábil que hay, a pesar de errores de estrategia y de que la gente no acompaña sus exabruptos. Es el más formado para debatir, más hábil. (…) Creo que va a tener un amplio apoyo empresarial, que en este momento, en un Perú sin partidos, es vital para crecer.

¿Qué le espera al nacionalismo a partir de 2016?Creo que tendrá algún tipo de vida política. Puede colocar algún candidato interesante, si existe, pero su principal problema es lo que ha pasado en Perú Posible, en el Apra y en el fujimorismo, donde los líderes son los dueños del partido e hipotecarlo a un candidato que pueda subir mucho, o ganar incluso, va contra su instinto de líderes de partidos débiles.

¿Cree que Humala aprendió a gobernar?He sido bien crítico de los gobiernos (anteriores), pero hay que reconocer que hay ciertas cosas en las que hicieron cambios y lograron cierta estabilidad, pero, en el caso de Humala, uno se va con la idea de que le faltó mucho más la visión de estadista. Uno lo ve terminar su gobierno todavía bastante sorprendido con el cargo y sin saber bien manejar lo que es gobernar. Cosa diferente con Alan García, a quien uno lo ve gobernar sabiendo muy bien cómo es gobernar y, sin embargo, no haciendo reformas de otro tipo, y con Alejandro Toledo, que nunca terminó de aceptar la responsabilidad enorme que conllevaba ser el presidente de la transición, que tenía una agenda enorme para devolverle la confianza a la gente y la dilapidó de manera irresponsable.

Por Patricia Quispe (pquispe@peru21.com)